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sobre como supe su nombre


Corría por las calles intentando no tropezar con las personas. Esa mañana no había podido despertarme a la hora debida y estaba llegando demasiado tarde.

La razón por la que no pude despertarme a tiempo era que no había podido dormir en toda la noche, pensando en por qué el chico no se había aparecido en la biblioteca. Él iba todos los días, sin falta, y por eso me preocupaba. Me preocupaba a tal punto de no poder dormir.

Despertarme temprano no era algo un problema para mi antes de que aquel chico entrara a mi vida. No era una persona totalmente responsable pero podía cumplir horarios , aun así había sido despedido de muchos trabajos y mis padres me habían echado de casa cuando dejé la universidad. 

Pero luego llego él y de tanto pensar dormir se me había hecho algo difícil de conseguir, por lo que me costaba despertarme al día siguiente.

Ahora, siendo ya más de las cuatro de la tarde, mis piernas dolían de tanto correr y mi respiración era demasiado acelerada, pero ya había llegado a la entrada.

Me adentre en la biblioteca, ya abierta, puesto que el dueño vivía en la casa de atrás y siempre la abría antes de que yo llegara y mire alrededor. Había algunas personas en las mesas y otras buscando libros. Camine unos pasos más y dejé mi morral encima del mostrador.

Me di la vuelta hacia la mesa con las esperanzas en alto y ahí estaba, él mismo había corrido las sillas y tenía un libro en sus manos. Enfoqué mi vista en el libro y una sonrisa creció en mis labios al darme cuenta de que era The Shining de Stephen King, mi libro favorito y el que él había leído la primera vez que lo vi. 

El chico no levanto su vista para verme pero eso era ya algo normal. Me senté en mi silla y respire hondo, tenía una idea rondando mi cabeza pero no sabía si sería algo correcto llevarla a cabo.

Guié mis ojos nuevamente hacia el chico, mi corazón parecía querer salirse de mi cuerpo. A veces mis mejillas se sonrojaban con solo verlo, y eso me avergonzaba. 

Pasé mi mirada por cada facción de su rostro, como su piel parecía ser de porcelana y como sus ojos se aguaban cuando le daba el sol. Sus labios, sus labios siempre tenían una tímida sonrisa cuando leía. Sus frágiles manos sostenían el libro, y yo solo podía pensar en lo bien que se vería junto con la mía. Nuestros dedos entrelazados y mis ojos posados en los suyos. Acariciando su piel con la yema de mis dedos, sintiendo su suave y cálido cuerpo junto al mio. 

Sacudí mi cabeza, otro vez me había dispersado. Las cosas no debían seguir así. 

De pronto como acto de auto-ayuda, recordé la primera vez que vino a la biblioteca y como todos los días que siguieron me arrepentí de no haberle hablado en aquel momento, y quería hacer algo al respecto. Tal vez hoy era el día.

Me levanté del asiento, y caminé lentamente hacia él. Mi valentía se iba desvaneciendo con cada paso que daba pero no planeaba parar. Tomé con una mano el respaldo de la silla que se encontraba frente a él y la corrí para luego sentarme. El chico parecía completamente sumido en la lectura, por lo que no notó mi presencia.

— Dicen que ver a alguien leyendo un libro que te gusta es ver un libro recomendante a una persona, y agregando que el libro que tienes en tus manos, por segunda vez, es mi favorito, creo que en serio estamos destinados a conocernos.— solté, dejando salir el aire que había estado reteniendo y trate de ignorar la manera en que mis manos temblaban por debajo de la mesa.

Noté como sus mejillas adquirían un ligero color a la vez que sus ojos se posaban en mi.

— Creo que también es uno de mis favoritos.— dijo aun sosteniendo el libro.

Me acomodé mejor en la silla, aun sin poder pensar realmente en todo lo que estaba pasando aquel momento. Estaba hablando con él, por fin había hecho lo que había temido por tanto tiempo.

—¿Porque parte vas?— su rostro volvió a tomar color y rió un poco.

Y estaba en lo cierto, era en concreto la risa mas hermosa que había escuchado jamas. Hacia mi cuerpo sacudirse, como una corriente eléctrica.

— Juro que solo ha sido una coincidencia, no soy un pervertido, pero por la parte donde Jack le toca las los pechos a Wendy.

Me atraganté con mi propia saliva y no pude contener la risa, cerré los ojos como instinto pero podía escuchar como él también reía. Y pensar que esto era lo que siempre había querido, reír con él, hablar con él, estar con él.

Cuando volví a mi estado normal me tomé unos segundos para mirarlo detenidamente, no es que no lo hubiera hecho antes pero cada vez que lo hacía sentía como si tomo el mundo se metiera dentro de mi cuerpo ese instante, y luego se fuera dejando un vació liberador.

—Soy Michael, por cierto.— le extendí mi mano, que para mi mala suerte, seguía temblando.

El chico levanto su mano y la estrecho gentilmente con la mía.

—Luke.






limerencia • mukeOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz