CAPITULO 22

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Katniss.

Volvemos a tientas al Centro de Entrenamiento, y mientras tanto mi cerebro no para de dar vueltas con lo que acaba de suceder.

Luego de que todos nos tomamos de las manos apagaron las luces, aunque es demasiado tarde, todo el país ha visto nuestra unión, nuestro propio levantamiento como vencedores. Peeta me ha guiado hasta un ascensor con sumo cuidado. Y cuando Finnick y Johanna intentaron unirse a nosotros, un agente de la paz bastante agresivo les impidió el paso y salimos solos.

Es obvio que no quieren que nos relacionemos con los otros, pero no hay vuelta atrás. Haymitch dijo que hiciera cualquier cosa para detonar la bomba que entre todos los vencedores han tejido, ahora lo único que me resta es esperar a que todo salga bien en la arena, aunque no tengo ni idea de que ha planeado Haymitch, pero supongo que confío demasiado en él como para pretender aliarme con los otros sin decirle nada a Peeta. Me siento fatal al ocultarle cosas, como la existencia del Distrito 13 o los levantamientos masivos de los Distritos.

Sí, Distrito 13.

Se supone que está destruido, pero Haymitch ha encontrado la oportunidad de sorprenderme con sus propios secretos: el Distrito 13 existe y están elaborando un plan para dar un golpe de estado al Capitolio.

Cuando Haymitch me lo dijo pensé que estaba tomándome el pelo, pero su seriedad poco inusual me confirmó que todo es verdad. Ahora, lo único que debo hacer es ejecutar el plan maestro de tener aliados, es decir, debo hacer exactamente lo que Peeta y yo habíamos acordado no hacer.

No quiero mentirle a Peeta, porque ya le he mentido como para toda una vida con mis propios secretos, pero si su vida depende de que yo mantenga mi boca cerrada y lo ponga al margen de todo entonces eso haré, aunque luego me odie para siempre.

En cuanto ponemos un pie fuera del ascensor, Peeta detiene el paso.

—¿Desde hace cuánto lo sabes? —inquiere con ojos asustados y una emoción que no logro identificar en su voz.

Creo que se refiere al bebé, lo cuál me pone nerviosa enseguida, porque ¿Cómo le digo que he mentido? ¿Cómo le digo que no estoy embarazada, que he manipulado a todo el mundo una vez más?

—No lo sé... —expreso sin saber que decir. Por primera vez no siento tanto ingenio para inventarle algo a alguien, además en esto no puedo engañarlo. Algo sé me ocurrirá del porqué dije lo que dije, pero no puedo mentirle en este asunto—. Peeta yo, lo lamento pero...

—No te estoy reprochando nada Katniss —dice interrumpiéndome y acunando mi rostro con ambas manos—. No es tu culpa, también fui partícipe de la procreación de este niño, de nuestro hijo.

Oh Dios mio.

Un nudo horrible se forma en mi garganta al escucharlo, porque admito que aunque amo a Peeta y alardeo de conocerlo hay aspectos en los que no estoy tan segura de cómo reaccionará, este es un claro ejemplo. En el pasado cuando estábamos en el colegio lograba percibirlo duro, hostil, malhumorado e incluso amargado; justificaba su comportamiento por toda la mierda que le había tocado vivir siendo tan sólo un niño, un pequeño indefenso que de la noche a la mañana perdió a su máximo pilar y héroe de la vida, a su papá, y que sin más se vio obligado a crecer de un tirón convirtiéndose así en el sostén de su familia; pero entonces estaba Thom.

El niño era tan cálido, amable, dulce. Todo lo opuesto a Peeta; no obstante, cuando estaban juntos no existían las personalidades distintas entre ellos, sólo ese inmenso amor. Viéndolos juntos siempre entendí que Thomas era el único ser a quien Peeta podría amar de verdad; luego cuando conocí a Peeta en los juegos y en todo este tiempo juntos entendí que de hecho Thom es el único ser a quien Peeta podría llegar a amar más que como a un hermano, él lo ama como a un hijo, lo que es algo extraño quizás, pero así son las cosas.

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