Capítulo 11

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— ¿Éstas loca?

—Tiene razón. No sé si te has dado cuenta, pero la gente no confía mucho en nosotros últimamente. Necesitamos que te vean en otra parte. Así, si nos atrapan, tus manos estarán limpias.

— ¿Y esperas que esté de acuerdo con esto?

—Quieres hacer lo mejor para esta comunidad, ¿No es así? Pues es esto.

—... Si algo le sucede, te haré responsable.

—En... entendido...

(Esto está empezando a molestarme...)

— ¡Ya es suficiente! ¡Estoy cansada de que me traten como a alguien que necesita ser salvado!

Los tres hombres permanecen en silencio por un momento, como si mis palabras los hubieran escandalizado.

—Se olvidan de que yo también soy un soldado.

(Ya es hora de recordarles que los he salvado tantas veces como ellos me han salvado a mí.)

—Tiene razón. Eres un soldado. Un soldado excelente. Ustedes dos son mis subordinados más confiables.

—Gracias, Jacob.

—Repasemos el plan, entonces.

Esa noche, Weber, Raven y yo nos encontramos en el oscuro jardín de la mansión. Weber señala una ventana.

—Esa de ahí arriba. Está rota y sellada con un poco de cinta. Puedo meter la mano y abrirla.

— ¿Y cómo subimos?

—Tendremos que trepar por las enredaderas, pero...

Weber duda.

—Hay un guardia patrullando el patio trasero de vez en cuando. Si... si me oye subir...

—Yo me encargaré de distraer el guardia. Ustedes dos trepen cuando el guardia esté distraído.

—Está bien, Raven. ¡Buena suerte!

—Lo mismo digo.

Poco después de que Raven desaparece, oímos un estruendo.

— ¿Quién anda ahí?

La luz de la luna ilumina al guardia, que sostiene una pistola. Weber se mueve nerviosamente.

—Raven... ¿Estará bien?

—No te preocupes por él. Es imposible que el guardia lo atrape.

—Ah... Entonces lo mejor será que nos pongamos en marcha.

Otro estallido nos sirve como señal.

— ¡Ahora!

Sigo a Weber mientras trepa por las enredaderas y abre la ventana que señaló hace un rato.

La forma en la que entra por la ventana me llama la atención.

—Zero no te cae bien, ¿No?

—No. Le hace daño a la gente.

—También ayuda a mucha gente. Me ayudo a mí. Sí, sus métodos son violentos, pero efectivos.

—Imagina... despertarte de un sueño cubierta de sangre... y que todo el mundo te mire como si fueras un monstruo. Así es como vivo con Zero.

—Ya... veo...

—Sé que lo necesitas. Todos lo necesitan a él más que a mí. Pero las cosas que hace son inmorales.

—Y, sin embargo, aquí estás, irrumpiendo en la casa de alguien.

Weber abre la boca en estado de shock, pero no responde.

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