CAPÍTULO 3

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Cuando terminó, salió de mí, se comenzó a vestir, como todas las chicas, para mí creía que mi primera vez sería diferente, que se quedaría a mi lado al terminar pero tal parece que no.

-¿Qué haces? - le pregunté.

-Vestirme ¿Por qué?

-Pues acabamos de hacer el amor y...

Se rió, no me dejó terminar de hablar porque me interrumpió.

-Te equivocas, no hicimos el amor, acabamos de tener sexo.

Sentí un hueco en el estómago, mi corazón se apretó al escuchar sus palabras y ver sus expresiones.

-¿De qué estás hablando?

-No me digas que te creíste todo el cuento de que me gustas.

-Yo...

-Eres una ilusa, creíste que podías gustarme, yo tengo las chicas que quiero y tú fuiste la secretaria que más tardó en darme lo que quería, así que tuve que dar el paso, para obtener lo que quería de ti.

Eso terminó por romper mi corazón, acababa de entregar mi virginidad a un idiota que me engañó, soy una tonta, como pude creer todo lo que me dijo, mis ojos se inundaron y lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas.

-Jamás debí creerte, después de todo sigues siendo el mismo hombre frío y calculador de siempre.

Me levanté de la silla y comencé a vestirme, noté que en la silla había un rastro de sangre, no me importó, lo único que quería era salir de allí lo más pronto posible, me vestí, tomé mis cosas y salí corriendo de la oficina, me subí al elevador, apenas cerraron las puertas y no pude contenerme más y me derrumbé, salí de la empresa, a esta hora ya no había autobús, comencé a caminar, el viento golpeaba mi cara y las lágrimas bajaban por mis mejillas, escuché un auto y me giré, era el idiota que acababa de destrozar mi corazón.

-Addison, sube al auto.

-No gracias señor Adams.

-Te estoy diciendo que subas.

-¡Y yo le dije que no!

-Está peligroso para que estés a estas horas de la noche por las calles.

-¡No me importa, déjeme sola!

-Addison te ordeno que subas al auto.

-No estamos en horas de trabajo así que no recibo órdenes suyas.

-Addison.

-¡Fue suficiente de usted por hoy, solo quiero estar sola!

-¡Addison!

-¡Déjeme en paz!

-Bien.

Aceleró y desapareció de mi vista, continué caminando, unas calles más adelante encontré un taxi y me subí, me llevó hasta mi casa, cuando por fin estuve dentro de mi apartamento corrí a mi habitación, mi abuelita ya estaba dormida, me subí a la cama y comencé a llorar como nunca, me levanté de la cama y me duché, me puse la pijama y me quedé dormida.

Sentí claridad en los ojos, los abrí lentamente y miré a mi abuela sentada en la orilla de la cama.

-¡Abuela!

-¡Buenos días mi niña!

-¿Necesitas algo?

-No, solo vengo a preguntarte algo.

-Dime.

-¿Por qué llegaste así ayer?

-¿Así, cómo?

-Llorando desconsolada.

-¿Cómo sabes?

-Te escuché y a mi no me engañarás con los ojos así de hinchados.

-No es nada, sólo estaba muy estresada.

-Addi, a mi no me engañas, es por un hombre verdad.

-¿Cómo sabes?

-Yo sé muchas cosas y una de ellas es que no debes ponerte así, si no te ama tal y como eres, no es allí y debes continuar con tu vida porque un día llegará el correcto y ese día está muy cerca.

-Gracias abuela.

‐Solo digo la verdad.

Pasamos todo el día juntas, yo lloraba como una niña y ella me consolaba, no le conté lo que había pasado, me daba vergüenza lo que hice, el fin de semana lo pasé pésimo, me sentía mal por lo que había pasado, por suerte no había sabido nada de Logan pero de nada me servía porque sus palabras estuvieron en mi cabeza siempre, el lunes dudé en levantarme para ir a trabajar, pero lo hice por mi abuela, ella me necesita y yo no puedo perder mi trabajo así que con los ánimos en el suelo me levanté, me duché e hice mi rutina diaria y salí de mi habitación.

-Buenos días abuela.

-Buenos días Addi ¿Estás segura de ir a trabajar?

-Sí abuela, como tu dijiste, debo seguir con mi camino, no te preocupes.

-Así se habla cariño, pero primero desayuna.

-Sí.

Desayunamos las dos juntas y después me dirigí a la empresa, dudé en entrar pero al final de cuentas lo hice, fui directo a mi escritorio y me senté, comencé a hacer mi trabajo, el señor Adams salió de su oficina y al verme se sorprendió, yo no hice el mínimo caso.

‐Señorita Brown.

-Diga.

-Venga a mi oficina.

-En seguida.

Me levanté de mi escritorio y fui directo a su oficina, entré detrás de él, se sentó en su silla y yo me paré frente a él.

‐Creí que no vendría señorita Brown.

‐Pues se equivocó, lo que ocurrió no afecta mi trabajo.

-Me alegro de que sepa separar lo personal de lo profesional.

-¿Necesita algo?

-No.

-¿Entonces para qué me llamó?

-Para asegurarme de que conservará su trabajo.

-De eso no tenga duda, lo necesito y trabajaré como siempre.

-Me parece muy bien.

‐¿Puedo retirarme?

-Sí.

-Gracias.

No esperé a que contestara, salí de la oficina y me senté en mi escritorio, continué con mi trabajo, a la hora de la comida salí para comer, regresé a tiempo para continuar con mi trabajo, cuando terminó mi jornada, salí de la empresa para regresar a casa, esperé el autobús, me subí y fui a casa, mi abuelita me estaba esperando, cenamos juntas y hablamos durante un rato antes de ir a dormir.

Addison decidió continuar con su vida ¿ustedes que harían en su lugar?

Si quieren que lea alguna de sus historias hagánmelo saber, con mucho gusto lo haré.

NUESTRO PEQUEÑO FAROLWhere stories live. Discover now