Capítulo 7

163 10 0
                                    

Y perdida en mis pensamientos como boba me quedé mirándola, perdida en lo que quería, en lo que era, en lo que sería, y destrozando ese silencio que me enamoraba más ella me hizo regresar a la realidad, algo que sabía hacer muy bien.

     -Estás pensando en ella.

     -Cómo puede pasarte eso por la mente, solo te pienso a ti.

     -Pero tu novia es ella, no yo.

     -Pero te amo a ti, no a ella.

     -Con ella eres normal, después de todo, ella te hace feliz, yo solo soy de esas que sirven para la cama.

     -Eres de esas que cuando se meten en el corazón de alguien no salen, Anna, yo te amo, puedo luchar contra el mundo, hacer todo, hasta lo imposible por tal de que estés a mi lado, dime, tú estarías conmigo, porque nunca me has dicho que sí.

    -Tú soportarías de que tu mujer vendiera su cuerpo para vivir, te matarían los celos, y yo no soy de las que le gustan depender, ya he pasado por ahí, no quiero ser tu muñeca de cristal, la que guardas, siempre te perseguiría la duda de que si te soy infiel.

    -Nunca me lo pones fácil, te conocí siendo una prostituta, así me enamoré de ti, yo estoy dispuesta a cambiar, en cambio tú quieres seguir en ese mundo que tanto odias, que quieres, que te visite cada noche, que te espere hasta la madrugada, y que haremos, después de estar con diez hombres crees que tendrás ganas de tocarme, como sabré si finges o no, tendré que pagar para quererte, eso me pides.

     -Contigo no puedo fingir, te deseo, te deseo tanto, a veces pienso que me gustas demasiado; mi vida no es tan sencilla, no lo entenderías.

     -Cómo voy a entender si no confías en mí, podrías trabajar en cualquier cosa, eres inteligente, hermosa, qué te impide ser la mujer que siempre has anhelado.

     -Me he acostado con todos los jefes de esta ciudad, me escogen a mí, porque soy buena en lo que hago, nunca me he dedicado a nada más, así soy, esto soy, por qué no lo puedes ver como un trabajo común.

     -A caso te agradada la idea de que esté con Nicols, dime.

    -Sabes que no.

    -Pues eso siento yo, aunque interpretes una papel para ellos, yo no podré tenerte nunca, no lo percibes, sería un cliente más, lo que siempre he sido para ti.

    -Entonces pongamos las cosas justas; no dejes a Nicols, sigue con ella, y yo sigo con mi trabajo; solo así estaremos a mano, prometo no ponerme celosa de ella, ni contarle nada, solo déjame verte de vez en cuando, me conformo con eso.-era lo único que nunca me imaginé saldría de su boca, que tipo de persona creía que yo era, igual a sus clientes, yo no la quería de amante, pero por otro lado demostrarle como me sentía de solo imaginarla con sus clientes, darle celos y hacerle ver que me amaba, esa era la parte buena de ese trato, sabía a la perfección que con el tiempo no resistiría verme junto a Nicols, y terminaría por ceder un poco, y reconsiderar mi propuesta, al final su posición no era más que un capricho.

    Los días siguientes no fueron tan mal, solas, nosotras, al fin podía mencionar ese nosotras, nos acostumbramos a querernos, a tocarnos, a conocer los gustos de la otra, a mirarnos, a ver un acto tan sublime como es la lluvia. Nos acurrucamos sin más intenciones, pero al parecer el contacto de nuestros cuerpo era un poco peligroso, y siempre terminábamos en la cama. En esos días descubrí lo que era tener el amor, saborear esa felicidad espontánea, verdadera, y fue tan gratificante saber que ella también era feliz a mi lado. No todo podía ser felicidad, eso es algo del amor que no entiendo. Nicols llegó la semana entrante como teníamos planeado, seguí el plan, y me comporté como si nada. Presenté a Anna y a Beatriz como mis amigas, y si Nicols no se percató de la historia que tenía con Anna fue por ingenua. No paraba de mirarme, de poner caras cuando Nicols me tomaba de la mano, o me besaba, siempre tenía una excusa para hablarme a solas, y me regañaba por mi conducta, pero no daba su brazo a torcer, ella seguía insistiendo que no tenía celos, aunque pasara las noches en vela imaginando que estaría haciendo a esas alturas, o si estaba en la cama con la que se había convertido en su peor enemiga. Retrasó su regreso al burdel solo para vigilarme, para martirizarme y meterse en mi relación, yo en el fondo estaba contenta, pues dado a su extremo encierro sentimental esas escenas eran lo único que me indicaban que ella me quería, o al menos era estricta con su territorio. No faltaron las veces en que me encerraba en la habitación con cualquier excusa y peleábamos sin cesar, me seguía reprochando mi comportamiento, y si era necesario que saliéramos todas las noches, me hacía preguntas de todo tipo, incluso se me hacía casi imposible sacármela de encima, quería tenerme en cualquier lugar, supongo que para sentirse segura de que seguía siendo la única. No era nada fácil controlarla, y al ver que no era tan sencillo soportar que la persona que quieres esté con otra, dio al fin su brazo a torcer.

Invítame a ParísWhere stories live. Discover now