Capítulo 28 - Promesa

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El lujoso y amplio balcón fue el lugar escogido, disimuladamente, por ambas para hablar.

Un par de tazas con chocolate humeante les ayudaba con la fría brisa que les envolvía; las luces de Nueva York en el horizonte; unido a un espectacular cielo que dejaba ver algunos luceros, muy a contracorriente con la luminosidad que desprendía de la Gran Manzana, allí estaban y todo era apreciado por los ojos de Macarena, quien tenía su vista perdida en indeterminado sitio porque todo le llamaba la atención, quizás lo que hacía era apaciguar su tensión...

—Princesa. –Bárbara la llamó luego de armarse de valor.

Macarena salió de sus divagaciones e internamente se aupó a hacerle frente a todo, de una vez y por todas; giró lentamente su rostro para colocar en su campo de visión a su morena, y aquellos ojos achocolatados le dieron la paz que necesitaba y la sosegó.

¡Todo saldrá, bien...! –se repetía.

—Maca –la detuvo cuando vio que iba a hablar–, yo necesito empezar. Tengo mucho que explicar.

—Barb...

—Por favor... –insistió, la rubia sólo pudo asentir. La determinación que vio en sus ojos la envidió para sí.

—Yo sé que me equivoqué desde que recibí esa propuesta, sabía que no era nada bueno –explicó–, pero fue una medida desesperada, necesitaba el dinero para que mi Mamá tuviese su tratamiento...

—Yo...

—No quiero que creas que me estoy justificando –continuó–, yo busqué la manera de poder conseguir el dinero, pero fue imposible, Maca. Mi familia ya había vendido e hipotecado lo que podía... En mi trabajo no conté con el apoyo de esos miserables... –dijo con resentimiento.

—Te entiendo.

—No fui capaz de decirte que estaba en eso aquí, porque en realidad, cuando hablamos más de nosotras y nuestras vidas, este "proyecto", por así llamarlo, prácticamente se había trancado. No pensé que podía llevarlo a cabo. Era complicado. –Dejó la taza a un lado, y buscó la mano libre de Macarena se extrañó al sentirla tan helada. Lo asumió a efectos de la brisa...

—Puedo entender tus razones, no puedo imaginar tu nivel de estrés por el caso y saber que lo repudias es suficiente para mí.

—Lo repudiaba al principio, luego fue peor... –Macarena arqueó una de sus cejas a la expectativa–. En la torre confirmé como esta mujer tan despreciable me estaba usando para cumplir uno de sus caprichos y perjudicar a un buen profesional.

—No, eso no... –se precipitó a responder.

—No defiendas lo indefendible, mi amor, sé que debes conocer a esa mujer, no quiero indisponerte colocándote en una situación tan patética...

—Pero...

—Sí, sé que parece muy educada e inteligente, pero allí en la comisaría me dejó muy claro todo, esa mujer con aires de reina, solo está actuando por capricho todo porque su papito le quitó el cargo que ella ostentaba...

—Barbie, pero es que... –intentó intervenir.

—Amor, lo confirmé, confirmé todos los rumores de pasillos, sin querer supe de las constantes batallas de la Srta. Achaga contra su padre, y sus constates rabietas por dejar a Ghassan a cargo del laboratorio.

—Pero no puedes quedarte con versiones de pasillo.

—Maca, hablar con ella, ver cómo me miraba, esa actitud egocéntrica de dueña del mundo, buscando en mí algo... como si pudiese leerme, ¡ja!

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