Capítulo 6.

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Historia coescrita con la fabulosa Latilsita, sin ella la historia no sería ni la mitad de lo que es realmente.

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Respiró profundo queriendo controlar sus nervios, lo cual no servía de mucha ayuda.

Había llegado el día de la boda y Harry se había movido de un lado a otro para corroborar que todo estuviera de la mejor manera, nunca en su vida había tenido la necesidad de ser tan perfeccionista.

Las cosas se harían en una de las propiedades de su familia, el gran jardín apartado para la toma de votos, cosa que le había gustado mucho a Harry aunque nunca hubiera ido ahí en algún momento. La había escogido junto a Rodolphus y coordinado a distancia.

Miró a su alrededor y sonrió complacido, era un lugar hermoso aún sin los adornos que habían colocado. Un cuidado pabellón de plantas que guiaban sutilmente al centro de todo el lugar y las luces que se habían colocado estratégicamente para bañar el sitio de un ambiente lleno de calidez.

Harry no podía creer que todo eso fuera real.

En el centro se encontraba una pequeña arquitectura de cemento y madera, dándole ese toque delicado y majestuoso que era digno de una boda. El pasillo principal adornado con lirios blancos y rosados, aunque también debía admitir que el uso de rosas rojas no fue totalmente descartado, pero sí colocando en una escasa cantidad para lograr resaltar su color.

Había estado tan aterrorizado con la idea de la boda que, ahora que puede observar el lugar, sólo parecía que todo eso fuera un momento mágico... Mágico, como debía de ser una verdadera boda.

Todo se planeó para que los votos fueran dados casi al anochecer, para que la fiesta se disfrutara por la noche y, aunque faltaba que los rayos del sol se fueran minimizando, Harry pudo imaginar a las pequeñas luciérnagas que alumbrarían las zonas libres de personas.

En el año en el que se encontraban no existían las típicas luces con las que Harry hubiera adornado su árbol de navidad, pero había algo más hermoso que eso, algo completamente natural y espléndido.

Asintió feliz cuando notó que hasta los asientos parecían tener ese toque elegante aún cuando se encontraban al aire libre. Se sentía orgulloso de todo ese logro.

La fiesta sería en el salón un poco alejado de esa parte del jardín, el cual también se había encargado de adornar horas atrás con los mismos juegos de colores, aunque aprovechando más las grandes ventanas para lograr poner ligeras cortinas de unos colores más oscuros, todo eso logrando que las flores resaltaran su verdadero esplendor.

Se retiró para dejar que los sirvientes lo prepararan. Tom tomaría el trabajo de recibir a los invitados mientras él se alistaba, habiendo hecho lo propio mientras Harry revisaba que todo estuviera en orden.

Era como convertirse en una muñeca por un largo tiempo. El único consuelo era que no tenía que sufrir ese tratamiento seguido. Pero hoy se esperaba que brillara.

Cuando finalmente se paró frente al espejo, no se reconoció. Estaba vistiendo el traje blanco de la última prueba, pero unas cadenas y un enorme broche de oro ajustaban una capa a su espalda. En sus oídos brillaban pequeñas esmeraldas, y una corona de laurel de otro trepaba por su sien.

Su rostro lucía más sano que nunca, con algunos brillos cerca de los ojos. Hasta Harry sentía que se veía como parte de la nobleza por primera vez.

Agradeció el trabajo de los sirvientes y fue unirse a la fiesta. A diferencia del Duque, él saludaría luego de la ceremonia. Dado que no había tenido una presentación formal en sociedad, el ser presentado por el Duque era la mejor elección para dar buenas impresiones.

La duquesa de Slytherin.Where stories live. Discover now