Capítulo 3.

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Historia coescrita con la fabulosa Latilsita, sin ella la historia no sería ni la mitad de lo que es realmente.

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Después de toda una mañana planeando e imaginando una “pequeña” boda, Harry había decidió que sería mejor ir a explorar ahora el jardín. Necesitaba aire libre y aprovecharía eso como una excusa para ver el arco de flores que había visto desde la ventana.

No se había dado cuenta de lo grande que era la parte trasera hasta que casi se pierde, tampoco fue mucha su culpa, el jardín estaba descuidado por dentro, algunas plantas habían crecido tanto que habían tapado caminos y, también, habían otras que se habían marchitado hace tanto que parecían formar un camino de tierra.

Harry ya no se podía confiar en lo que parecía a simple vista, así que, antes de cambiar de dirección, se fijaba bien en el suelo, el cual, si era el camino correcto, tenía pequeños pedazos de piedras blancas (o algo que debió haber sido blanco en su momento) adornando el sendero.

No tardó en distinguir que, si bien las entradas estaban bien cuidadas, las profundidades necesitaban un urgente cuidado. Siguió caminando mientras miraba a su alrededor, tal vez, si elegía un lugar en específico y lo arreglaba, sería un buen escondite... No, no podía. En algún momento se tendría que despedir del lugar y no quería esforzarse en eso cuando tenía más planes por hacer.

Al terminar ese pensamiento se detuvo por completo. Había escuchado un ruido, unas voces y metal chocando.

Miró a su alrededor, ya estaba en los límites del jardín y demasiado cerca del arco de flores. Se enfocó más en escuchar a su alrededor y, sabiendo en qué dirección venían los ruidos, comenzó a caminar. Era dentro de los terrenos de la mansión, la cual debe ser segura para proteger al Duque, ¿no?

Pasó por el gran arco, su principal motivo para ir, y se trasladó un momento a su otra vida, específicamente a la foto que tenía Ginny con un lindo vestido ligero color blanco en un arco parecido a ése. Sí, definitivamente era un excelente lugar para tomarse una foto... lamentablemente, no existían las cámaras en ese tiempo.

Suspiró y siguió caminando. A unos metros divisó una ligera barranca, en ella se encontraban unas personas practicando con espadas. Harry nunca pensó que un lugar como ése se encontrara en la mansión, pero se sentía algo estúpido al no suponerlo, claro que el Duque tendría algo así en su mansión, ¿en qué estaba pensando?

Caminó mirando a los caballeros en formación, algunos se encontraban hablando en las orillas y otros luchando con ferocidad al centro, el ambiente era algo parecido a su entrenamiento como policía.

Se enfocó en una pareja, uno de los caballeros logró esquivar con éxito el ataque de su oponente, causando que lo tirara al suelo y terminara la batalla. El ganador levantó su mirada para encontrarse con la del ojiverde.

Harry no supo qué hacer ante eso, no sabía si era un lugar en el que debía estar, pero tampoco podía arreglar el hecho de que ya estaba ahí.

Suspiró cuando el de la armadura se quitó el casco, un Rabastan Lestrange apareció en su visión sonriéndole de forma cortés.

—Mi Lord, ¿qué hace aquí? —eso lo tranquilizó, no la pregunta en sí, si no el tono curioso de ésta.

—Estaba dando un paseo por el jardín y terminé aquí.

—Oh, bienvenido entonces —dijo el caballero sonriendo. Harry sentía un aire más jovial con Rabastan que con su hermano, pero los dos eran demasiado amables con él como para no apreciar su gesto—. Le presento la barranca, aquí venimos a practicar, —señaló hacia un lugar en específico, Harry logró encontrar una banca de madera y algunas espadas descansando a los lados— por allá es nuestra zona de descanso, está totalmente invitado a venir a visitarnos cuando guste.

La duquesa de Slytherin.Where stories live. Discover now