Capítulo 4.

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"Layre"

La resaca me mata, y los malditos rayos del sol no hacen más que empeorarlo. Los pequeños ruidos hacen que mis oídos zumben y que el maldito dolor de cabeza se incremente. Admito que la fiesta de anoche fue súper buena y ni que decir de las bebidas, fueron las mejores, pero esto es lo que odio, las consecuencias de eso, odio la maldita resaca y el maldito dolor de cabeza.

—Joven Layre —mi mucama está tocando la puerta y está haciendo que me vuelva loco con el dolor de cabeza.

— ¿Qué es lo que quieres Clair? —pregunte en un gruñido, odio que sean tan ruidosas cuando saben que tengo resaca. La mucama entro a mi habitación y se paró en el pie de la cama.

—Su padre quiere que se aliste para recibir al invitado, joven.

—Dile al viejo que no estoy de humor para recibir a nadie, que se joda.

—Lo siento joven, no quería hacer esto, pero fueron órdenes del señor —al decir eso las cortinas se abrieron por completo dejando pasar toda la luz solar posible. Mi cabeza estalló por completo y me ardían los ojos.

—Agh, joder, ciérralas —trate de taparme con las cobijas, pero fueron retiradas por Clair.

—Tiene treinta minutos para alistarse —dijo la mucama mientras doblaba las cobijas y se las llevaba —Con permios, joven Layre —hizo una reverencia y se marchó de mi cuarto.

—Maldita sea —dije cubriéndome la cara con una almohada, y de manera perezosa me levante de la cama. Lo primero que hice fue cerrar las cortinas otra vez, no soportó el sol cuando tengo dolor de cabeza y luego me fui al baño.

Mientras me bañaba pensaba en el invitado que recibiríamos hoy, si no mal recuerdo mi padre me había mencionado algo, pero no le preste mucha atención, sin embargo, lo que vagamente que recuerdo fue que ese invitado tenía que ver conmigo, tal vez sea un primo lejano o tal vez sea la pesada de Ashby, mi "prometida", o eso es lo que nuestros padres quieren. Ya que ella es de la familia Prysm, la tercera familia vampiresa más importante, es un matrimonio que favorece a ambas partes.

Sin embargo, Ashby es muy empalagosa y mustia, además de que es muy zorra, me molesta que actué de niña buena y cuando menos te lo esperas tiene a tres tipos peleándose los horarios para "jugar" con ella. Y aunque yo ya lo sé, ella se empeña en actuar como la virgen ingenua que según es, eso es lo que más aborrezco de ella.

Al terminar de bañarme salí con una toalla enredada a la cintura y fui a mi armario para buscar lo que me pondría, que fue algo muy casual, unos jeans un poco ajustados y una chamarra vino encima de una remera negra, nada elegante como lo que mi padre suele usar diariamente, además no es como si fuéramos a recibir a la reina de Inglaterra.

—Oye, Layre, ¿puedo pasar? —era mi hermana mayor Cordelia.

—Adelante —dije sin inmutarme.

—No es posible —dijo mi hermana después de entrar.

— ¿Qué sucede? —pregunté volteándome para ver qué pasaba, pero lo único que encontré fue la mirada de desaprobación de mi hermana. Ella tenía puesto uno de los pomposos vestidos que mi madre le suele comprar, este vestido era de color azul marino — ¿Qué te pasa?

— ¿Qué, que me pasa? —pregunto indignada —Mírate, por favor —me señalo de pies a cabeza —Pareces... un chico de portada de revista barata, debes de vestirte mejor, hoy tenemos a un invitado.

— ¿Acaso es un noble? —pregunte.

—No

—Entonces no importa cómo me vista —conteste acostándome en mi cama y dándole una sonrisa burlona a mi hermana.

No necesito sangre para amar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora