Capítulo 2.

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Karen y yo nos tuvimos que separar, pues ella tenía que ir a la facultad de derecho y yo a la facultad de comunicación.

Al llegar a mi salón lo único que hice fue tirarme en el pupitre y dejar caer mi cabeza sobre la mesa. Había tenido una "discusión" con mi novia y mi amiga quiere meterse en algo peligroso. A veces pienso que debo de dejar de meterme en sus asuntos y que hagan lo que quieran, pero si les llega a pasar algo, nunca me perdonaría el no haber tan siquiera intervenido; por eso es que lo hago, por eso es que a veces actuó como el aguafiestas de los tres, pero solo es para protegerlas y que no les pase nada.

En todas las clases no me pude concentra muy bien, ya que desde hace días he tenido el presentimiento de que algo va a suceder y ese presentimiento me sigue a todas partes. Y tengo miedo.

Lo que más me da miedo es que, como hace cuatro años, ese mal presentimiento se haga real y suceda algo de verdad malo.

—Hey Alex —alguien me llamaba desde la salida del salón, era mi compañero Derek —Vamos a ir al Asador Jock's, ¿Quieres acompañarnos?

—Lo siento Derek, pero tengo que ir a mi clase extra y dejar los proyectos.

—Bien será para lo próxima, nos vemos —Derek y su grupo de amigos se fueron del salón dejándome solo, pues era el encargado de llevar los proyectos de mis compañeros a la sala de maestros.

Con todos los papeles en mis manos y mi mochila medio colgada de mi hombro, salí del salón. Prácticamente corrí hasta la sala de maestros para entregar los proyectos. Ya era un poco tarde y si no me apuraba llegaría retrasado a mi clase extra.

—Con permiso —dije al abrir la puerta de la sala de maestros.

—Joven Hoswin —me llamo el profesor y yo me dirigí hasta su escritorio —Dejé los proyectos aquí —obedecí su indicación —Gracias puede retirase.

Cuando el profesor dijo eso, apresure mi paso a la salida y ya una vez a fuera retome mi carrera hasta el salón de Estudio del gobierno actual: La Aristocracia Vampírica. Si un nombre súper largo para una clase de una hora, que se da solo dos días a la semana.

Estaba tan cerca del salón, pero solo cuando estaba a unos simples pasos mi celular comenzó a sonar. Al sacarlo vi que era mi hermana quien me llamaba.

—Amalia, ¿paso algo? —fue lo primero que conteste, ya que cuando Amalia me llama es que hay alguna urgencia.

—Ve a la casa rápido —me contesto del otro lado del teléfono. Se escuchaba agitada y un poco asustada.

— ¿Les paso algo a mamá y papá?

—No hagas preguntas, solo ve a la casa —me colgó.

Ni siquiera lo pensé dos veces. Ya estaba corriendo hacia el estacionamiento de la universidad. Tome mi coche y lo arranque.

El aselador estaba casi al tope, y me pasaba todos los topes de manera brusca. El mal presentimiento volvió cuando Amalia me colgó y no se quería ir. Con cada segundo que pasaba se hacía más grande esa sensación de acides en el estómago y vacío en el cuerpo, como si un agujero negro se formara en mis entrañas y me estuviera consumiendo desde adentro.

Al llegar a mi casa metí mi coche en el garaje como pude, ni siquiera me tomé las molestias de entra por completo, la mitad de mi coche está adentro del garaje y la otra mitad afuera. Baje del auto y entre rápido a mi casa.

—Alex —mi madre fue la primera en recibirme, ella estaba parada debajo del arco que divide el pasillo de la entrada y la sala.

— ¿Pasa algo? —pregunte encaminándome hacia ella — ¿Papá dónde está?

No necesito sangre para amar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora