Capítulo 5.

31 5 2
                                    

El sonido del reloj de pared era lo único que evitara el silencio incomodo en la sala, el joven Layre solo se mantenía mirando los libros que estaban detrás de él y prácticamente ignoraba mi presencia, lo cual me daba a entender que no era muy bien recibido por él.

—Repíteme tu nombre —dijo el joven Layre. Me tomo un poco de tiempo para reaccionar, pero cuando lo hice me puse recto y firmé como si estuviera frente a algún tipo de coronel.

—Me llamo Alex Hoswin —conteste mirando con atención cada acción que hacía.

—Bien, Alec —pronuncio mi nombre de una manera rara, que no sabría decir si lo hacía de manera burlona o enserio no sabía pronunciar mi nombre —Como dijo mi padre de ahora en adelante serás mi compañero y como primera regla quiero que me llames amo o joven amo, como más gustes.

— ¿Disculpa? —estaba muy...confundido, por así decirle, pues esperaba otro tipo de actitud por parte de él, pero que va, yo sabía que había vampiros prepotentes y con el ego hasta las nubes, era más que obvio que este vampiro es como me los imaginaba, así que no sé qué carajos me sorprende —Mira, yo vengo aquí para ver que no hagas ningún tipo de idiotez que le cause dolor de cabeza a tu padre, así que ni piense que te tratare como un maldito conde o rey, porque te voy tratar como uno igual.

—Tienes agallas al hablarme así —se comenzó a acercarme hasta quedar a unos centímetros de mi —No me retes —su dedo índice alzaba mi barbilla para que pudiera verlo directamente a los ojos.

—No me tientes a hacerlo —le contesté manteniéndole la mirada.

Layre tocio la boca en una mueca y comenzó a inspeccionarme descaradamente con la mirada y rodeándome como si fuera su presa. De alguna manera me hacía sentir muy incómodo y expuesto ante su penetrante mirada y fieros ojos carmesí. Luego se tomó la cabeza entra las manos y se echó para atrás, parecía que le dolía, pues hacia una mueca un poco graciosa.

— ¿Estas bien? —pregunte manteniendo un poco mi seriedad.

— ¿Ahora te intentaras comportar como la Madre Teresa de Calcuta? —sus ojos se tornaron de un color violeta intenso, para después sacar una chispa de ellos y gruñir.

—Solo es algo de sentido común el preguntar cuando ves a una persona en mal estado —fruncí el ceño.

—Entonces eso no es sentido común, el preguntar si alguien está bien cuando se ve en mal estado ¿no lo crees? —me miro alzando una ceja y con indiferencia.

Me sonrojé hasta la punta de las orejas, pues tenía sentido lo que decía y ahora me sentía como un perfecto idiota por hacer tal análisis erróneo, y solo puse mi mano en mi cara para tratar de tapar mi vergüenza de alguna manera.

—Olvídalo —dijo dando un suspiro Layre —Solo vamos al segundo piso.

El vampiro no espero a que contestara nada, solo cuando lo vi ya estaba saliendo de la sala, así que tome aire y lo seguí. Subimos las escaleras de la entrada principal y luego subimos las escaleras de la izquierda, durante el recorrido pude notar que en el techo por todo lo largo del pasillo había calendrabos y alrededor de ellos había medallones de techo para darles un toque más elegante, también pude notar que las paredes estaban revestidas de Lujo negro terciopelo flocado Damasco clásico gris plata, dándole un toque serio y elegante a los pasillos.

—Llegamos —dijo Layre deteniéndose de golpe frente a una puerta de caoba tallada, un poco alta, no tan alta como todas las puertas que he visto hasta ahora, pero si está un poco ancha, un colchón Grand King puede entrar por esa puerta sin ningún problema —Esta es tu habitación.

—Gracias —Layre abrió las enormes puertas de par en par y me mostro la enorme habitación, lo primero que estuvo en mi campo de visión fue la gran cama tapanco con cortinas alrededor de ella, cortinas gruesas de terciopelo con decoraciones doradas en las orillas en forma de v y flequillo igual dorado hasta abajo.

De ahí lo otro que vi fue el gran librero pegado en la pared enfrente de la cama tapanco, en medio del librero tenía un hueco para una plasma la cual, por supuesto estaba ahí y a su alrededor ya había libros, pero había huecos en unos cajones. El ventanal (el cual está a un lado del librero) de puerta corrediza está cubierto por una fina cortina de encaje blanca. Y aun lado de la cama tapanco estaba una enorme puerta de madera roja (supongo el armario).

—Si necesitas algo más díselo a una de las sirvientas —dijo Layre mientras inspeccionaba la habitación.

—Sí, claro —conteste manteniéndome en medio de la habitación.

—Deja tus cosas y ven —me ordeno Layre e hice lo que dijo.

Al salir de la habitación el solo me señalo con un movimiento de cabeza hacia la puerta continua, su habitación. Abrió las puertas y mis ojos se abren al igual que mi boca. Su habitación es demasiado grande. Oh por el amor de... era más que obvio, ni siquiera sé porque me sorprendo, aunque la verdad, por más que esté preparado mentalmente para ver cualquier cosa en esta casa-mansión seguirá impresionándome de todas maneras.

—Esta es mi habitación —dice, y hago una mueca. "Es lo más obvio"

—Vaya, es muy.... —no sé cómo describirla ¿enorme?, ¿ostentosa?, ¿una mini mansión dentro de una casa­mansión? —... genial —termino diciendo y me doy cuenta de que esa palabra no le hace suficiente a el enorme cuarto con piano integrado al igual que una puta Mini Sala, Luxury Italian Furniture.

Vintage, su habitación es tan vintage negro y blanco, tapiz blanco en las paredes, muebles blancos (su baúl en el pie de cama, mesita de centro y estante de discos) y negros (el piano, el librero y dos mesitas cerca de su cama con lámparas sobre ellas); y las cortinas negras con listones blancos para amarrarlas. Pero no todo es negro y blanco, hay cosas coloridas en la habitación que le dan un toque menos lúgubre como sus discos en el estante pegado a su pared a la izquierda de su cama, discos negros, amarillos, blancos, azules, y el disco que está más a la vista porque da la cara hacia afuera es el álbum de Maroon 5, Overexpose. Recuerdo cuando estuve casi todo el mes en el que iba a salir aquel álbum pegado a la computadora esperando algún anuncio de las tiendas de música de donde vivía a que lo tuvieran, fue una locura cuando tiré a mi hermana de vuelta a su habitación y cuando por poco me atropellaban a una calle de la tienda.

—Tienes cosas interesantes —comienzo a dar vueltas a su habitación con mis manos atrás de mi espalda, daba vuelta y echaba un vistazo como si fuera un juez sobre decoración de interiores.

—Te pedí que vinieras aquí para discutir cosa, no para que estuvieras como perro sin correa en el cuarto de su dueño —Layre de su buro abrió el cajo que tiene y saco una cajetilla de cigarros.

—No es como si estuviera corriendo por todos lados y rompiendo todo lo que se me atraviesa —contesto dirigiéndome al ventanal (igual que la mía corrediza) y la deslizo para que entre el aire.

—Cierto —enciende el cigarro que tiene en la boca y luego me mira —Tu ya estás bien entrenado —cala el cigarro y me muestra una sonrisa burlona.

—Imbécil —mascullo y me alejo de la brisa.

—Te escuche —dice soltando el humo.

—Pues que bien —le quito el cigarro y lo apago en el cenicero que hay en su buro —Dime que es lo que tienes que hablar conmigo.

No necesito sangre para amar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora