CAPITULO 43🏈

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Erick.

Cuatro meses después.

Me detuve frente a la puerta de nuestra habitación con la bandeja de comida en las manos. Esperaba que esto estuviera bien porque de no ser así tomaría las llaves de mi auto y a Jake y huiría lo más lejos posible de su madre. La amaba demasiado, pero me estaba volviendo loco con las hormonas y los malditos cambios de humor.

Esperaba en el fondo de mi alma que Verónica no fuese el reflejo justo ahora de lo que sería Sofía en un par de años, porque no podría soportarlo. A mí mujer podía decirle que no con facilidad, pero si mi hija salía igual de tierna que Jake, la tendría difícil diciéndole que no.

Miré a Jake a mí lado, a sus seis años era algo alto para su edad. Sus ojos azules tan iguales a los míos me observaron nerviosos. Era la única persona junto a Isak que podía pasar horas junto a Verónica sin salir perjudicado, pero bueno, era su hijo después de todo.

Suspiré haciéndole una pequeña señal con la cabeza para que abriera la puerta. De no ser porque trataba firmemente de no dejar caer la bandeja que yacía en mis manos, ya el nerviosismo y el temblor habría cedido.

— Hola, mami. —la voz de nuestro hijo hizo sonreír ampliamente a su madre. Verónica con un redondo vientre de seis meses casi siete lucía igual de hermosa que hace meses, tal vez incluso más. Demasiado bueno para ser verdad. Luego recordaba sus cambios de humor atormentándome y simplemente me confirmaba que nunca debía dejar pasar por alto las palabras de mi mujer.

— Hola, mi cielo. —Jake se subió a la cama junto a ella tomando el mando del televisor y recostándose a su lado. —¿Terminaste la tarea? —nuestro pequeño, ya no tan pequeño, simplemente asintió y comenzó a pasar los canales dejando de prestarnos atención.

— Hey. —mi hermosa castaña de ojos marrones entrecerró sus ojos hacia mí dejando pasar la comida que traía. —¿Aún sigues enojada? —tragué en seco al verla pasar su mano por el cabello algo largo de Jake. Mi hijo se encogió y se pegó mucho más a ella disfrutando de su toque mientras mantenía sus ojos fijos en la pantalla.

— ¿Tú qué crees? —pregunta capciosa. Me lo merecía.

En vez de responder me encogí de hombros caminando para poder acercarme más a la cama. Decidí guardar la distancia un poco por si tenía que irme pronto. Decirle a tu esposa que estaba loca mientras llevaba a uno de tus hijos en su vientre no era muy buena idea. Ni siquiera en broma. Estaba pagando e iba a seguir pagando demasiado caro mi falta de sensatez.

— Creo que me amas demasiado pero no tanto como yo a ti, y me perdonarás. —abrió los ojos enojada por la elección de palabras. —Está bien, nos amamos por igual. ¿Mejor? —mascullé con nerviosismo.

Ella bufó.

— Papá, estás hundiéndote más. —se burló nuestro hijo sin mirarme. Para tener seis años sabía perfectamente de qué lado estar justo ahora, y para mí desgracia no era el mío.

Los ojos de Verónica se posaron en mis manos y parpadearon con desconfianza al ver la comida. Sonreí un poco para mis adentros.

— ¿Crees que vas a comprarme con comida? —asentí tardando en darme cuenta de mi error. Su perfecta ceja se enarcó por mí movimiento.

— Claro que no, jamás haría eso. —Jake rió aún concentrado en el partido frente a él. Su canal favorito. Y me enorgullecía que así fuera, era una de las tantas cosas que compartíamos como padre e hijo.

— ¿Qué traes allí? —inquirió con recelo.

— Fruta. Con crema. —mordió su labio inferior. Sus ojos marrones brillaron con un atisbo de furia probablemente por la duda creciendo dentro de ella.

TOUCHDOWN (Kings Of The Game #1) LIBRO FÍSICO YA DISPONIBLE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora