CAPITULO 21🏈

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Verónica.

— ¿Cómo me veo? — sonreí y rodé los ojos divertida viendo a mí pequeño a través del espejo.

Su camisa favorita y un par de jeans que le había regalado Sam lo estaban poniendo nervioso. Ya se había cambiado más de tres veces y siempre que le decía que lucía hermoso me chistaba diciendo que obvio lo decía por ser su madre.

Y dicen que las mujeres somos las complicadas. Sin duda alguna no han visto a Jake.

—Cariño, tu padre debe estar esperándonos en la escuela. —Lo miré con ternura—. Debemos apurarnos, luces fenomenal. 

Enganché mi bolso en mi hombro y reí un poco al ver como el horror llenaba sus ojitos para luego salir corriendo seguramente a colocarse los zapatos.

La verdad es que aún faltaba tiempo antes de que llegara la hora en que Erick dijo que llegaría a la escuela, pero si no le daba un incentivo a Jake, no saldríamos de aquí en un tiempo.

Las preocupaciones llenaban mi cabeza, aunque no quería a ese hombre martilleando en mi cabeza, me era imposible no pensar en él, no solo por el trabajo, sino porque en realidad me preocupaba por él. Sabía que hoy fue su reunión con el entrenador a primera hora y si bien podía ser uno de los mejores, George tenía sus límites y no podía tocarle los botones sin atenerse a las consecuencias.

Jake entró segundos después, pasando a mi madre entrando. 

—¿Están listos? —El rostro de mi mamá se asomó en la puerta apenas un poco para ver a su nieto negar con la cabeza efusivamente.

—¡Llegaremos tarde! —mamá me miró con una sonrisa, pero no desmintió lo que hace unos segundos le dije a Jake. Ella lo conocía tan bien como yo y sabía que necesitaba sentir la presión para funcionar.

—¿Irás a yoga? 

Me acerqué a ella, abrazándola un poco.

— Si, Helen me llamó hace un rato. De hecho, ya venía a despedirme. —asentí tomando el pequeño bolso de Jake del piso donde lo dejó hace un par de minutos. —Que les vaya bien, cariño. —miró a Jake y caminó fuera de la habitación.

Mi hijo ni siquiera determinó la salida de su abuela por el afán de atarse los cordones.

Miré el reloj en mi muñeca.

07:45.

El claxon del taxi me hizo ver a Jake rápidamente. Saltó y tomando su mochila de mi mano corrió a la puerta haciéndome soltar una carcajada para luego seguirlo.

— Buen día, señorita Verónica. — Ronan, el amable taxista con el que había hecho una muy buena amistad debido a las veces que me había llevado a trabajar, me recibió a mí y a Jake con una sonrisa. —Es un lindo día hoy para salir a pasear, ¿a dónde nos dirigimos? —sonreí hacia el chico de unos veinticinco años y caminé junto a él.

—Iremos a la escuela de Jake, Ronan. Dia de padres. 

El chico miró cariñosamente a un muy ansioso Jake que ya estaba dentro del auto esperando.

—Parece emocionado.

—Lo está, su padre debe estar llegando a nuestro punto de encuentro. 

Me subí junto a mí hijo y esperé a que Ronan terminara de subir al asiento del piloto.

— ¿Hace mucho no lo ve? —Jake sacó su tableta del bolso, dejando de prestarnos atención.

— Anoche. —reí.

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