CAPITULO 3 🏈

225K 20.8K 12.8K
                                    

Verónica.

Mi respiración estaba entrecortada cuando llegué a casa, había corrido desde el instante en que salí huyendo del parque hasta que abrí la puerta del apartamento; y todavía a pesar de que ya me encontraba en casa, sentía la necesidad de seguir corriendo, de huir y escapar de todo.

El recuerdo palpitante en mi cabeza de los ojos confundidos de Erick me siguió todo el trayecto a casa, no quería ni imaginarme lo que estaría pensando de mí en estos momentos, tal vez creería que había sido un espejismo, un simple recuerdo demasiado real, tal vez simplemente se aferraría a su odio hacia mí para olvidar lo que había pasado hace un par de minutos. Ojalá fuese así.

Por lo que recordaba de nuestro tiempo juntos él no manejaba muy bien las sorpresas y yo había sido una muy desagradable para él.

Lo sabía.

Me hundí en el frío sofá intentando no hacer ruido, por más que lo intentaba no podía calmar mi respiración. El asombro y el miedo se habían mezclado dentro de mí y el nudo en mi garganta se hacía más intenso mientras los pensamientos se arremolinaban en mi cabeza. Durante años había imaginado como sería mi reencuentro con Erick si es que llegaba a pasar, pero jamás había pensado que sería de esta manera, huyendo al final.

Tal y como él lo había hecho en su momento.

Dolía incluso pensar que todos estos años había estado buscando las palabras correctas para decirle y explicarle, aunque fuese para que dejara de odiarme, pero nada así había sucedido esta noche. Me había quedado tan impresionada de verlo que las palabras no lograron salir, y solo escapé, actuando de la misma forma en que él lo había hecho hace años.

La imagen del pequeño durmiendo a unas puertas vino a mi cabeza. Demonios. ¿Qué si me buscaba? ¿Qué si no se quedaba con la duda y terminaba enterándose de la verdad?

Jake por fin conocería al hombre que tanto anhelaba ver, pero no podría garantizarle felicidad absoluta como había jurado hacer al momento en que lo sostuve por primera vez entre mis brazos. Erick había cambiado demasiado, me odiaría y me arrebataría a mi hijo probablemente para vengarse y cobrarme lo que le había arrebatado.

Limpié las lágrimas con el dorso de mi mano, la ira eliminando todo rastro de miedo dentro de mí. Estaba enojada con él, conmigo, con cada una de las cosas y personas que se habían atravesado en nuestra vida.

Él no podía apartarme de mi bebé.

Intenté contactar con él un par de veces luego de su partida, pero al final, no tuve el valor para seguir insistiéndole. Sabía que arruinaría su vida si le contaba lo que estaba sucediendo, y no quería que me odiase por ello...más de lo que ya lo hacía.

Cuando triunfó haciendo lo que más le gustaba, supe que lo más probable es que hubiese hecho lo correcto en ese entonces, él había soñado tantas veces con ser alguien que cuando lo vi feliz siendo reclutado por la NFL no tuve el coraje para contarle sobre nosotros.

La canción que tanto me lo recordaba me sobresaltó un par de segundos más tarde, el nombre de Sam parpadeando insistentemente en la pantalla.

— ¿Estas bien? —la voz de mi amiga sonaba más preocupada de lo normal, la última vez que había escuchado ese tono proveniente de ella fue cuando se enteró de que Erick se había marchado hace seis años—. Verónica, por favor contéstame, estoy muy preocupada por ti, cariño.

— Lo...vi. —dije en un susurro, casi me sorprendía que esa fuese mi voz.

— Lo sé, hermosa. —habló en el mismo tono que yo, aunque su voz reflejaba comprensión. Sabía lo mucho que esto me estaba afectando.

TOUCHDOWN (Kings Of The Game #1) LIBRO FÍSICO YA DISPONIBLE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora