CAPÍTULO 3

43 9 5
                                    

1:10pm

Miro el reloj que cuelga de mi muñeca de manera horrorizada, estoy atrasada por diez minutos. La impuntualidad y yo no nos llevamos bien, no la tolero y el hecho de estar llegando tarde en mi primer día de trabajo me crispa.

Si la revisión de los adelantos en la tesis de grado no hubieran demorado más de la cuenta, tal vez estaría dando un recorrido a fondo por el apartamento junto a los niños Alhamad.

—Gracias Tanya— Le doy un beso sonoro en la mejilla a mi salvadora, antes de salir del auto. Agradezco que se haya ofrecido en traerme, porque en lugar de ser diez minutos de atraso, serían veinte—Nos vemos mañana.

—¡Suerte!—Me desea, para luego poner su audi en marcha.

Veo hacia los lados, corroborando que no seré atropellada en cuanto cruce la calle. A paso apresurado, camino hacia la entrada del elegante y alto edificio que se alza frente mí.

Sin intenciones de enfrascarme en la conversación que se extiende entre Gaspar y una señora bastante coqueta a quien le calculo cincuenta años, me limito a saludar afable a ambos y corro al ascensor, cuyas puertas han empezado a distanciarse. Con un asentimiento de cabeza, dibujando una sonrisa en mis labios, saludo a la parejita que sale del elevador y me adentro al cubo.

—¡Espere!—Grita una chica al otro lado apenas las puertas empiezan a desplazarse para cerrarse. Oprimo el botón para que se detenga y la morena elevando las comisuras de sus labios, se acerca a toda prisa—Gracias, lamento la molestia.

—Descuida—Me encojo de hombros, haciéndome a un lado para darle más espacio—¿A qué piso vas?

—Al cuatro—Responde, sosteniendo aun la sonrisa cálida en su rostro. Presiono el botón del segundo piso y seguidamente al cual me dirijo.

Con cautela y disimulo, viré a la chica a mi lado izquierdo, me atreví a registrarla por completo, desde su rostro angelical, su delgada complexión hasta las agujetas de sus tenis.

Tenía un aspecto que emanaba pureza, sus rasgos eran delicados, de nariz perfilada, labios carnosos que con labial rosa en ellos, hacían resaltarlos aún más. Sus cejas eran un poco finas y arqueadas, encajando a la perfección con sus redondos al igual de prominentes ojos cafés claros, he de admitir que eran hipnóticos y ante la gran cantidad además de largas pestañas que poseía, lograban realzar su inocente mirada.

Aquella chica parecía sacada de alguna revista de moda, su belleza era inusual y a su vez lo suficientemente encantadora como para no quedársele viendo. Solo con verle la piel tan oscura como un cuervo, sin ápice de imperfecciones, cremosa y un leve pero tangible brillo esparcido por cada milímetro de su semblante, me hacía imaginar como con un simple roce, daría la sensación de tocar el pétalo de una rosa.

—No te había visto antes ¿Eres nueva?—Preguntó, rompiendo el silencio que reinaba dentro del cubo metálico.

—No vivo aquí—Aclaro—Trabajo para la familia Alhamad.

Volteo rápido a mirarla apenas mis oídos perciben un molesto chillido proveniente de su boca. La alegría que desborda los ojos de la chica es inigualable y su lenguaje corporal, lleno de entusiasmo me hace creer que le he dado una gran noticia, como si acabara de admitirle que trabajo para algún integrante de su boyband favorita.

—¿Trabajas para Alicia o para Thiago?— Cuestionó, luciendo muy interesada en saber mi respuesta, aunque la manera picara en como pronunció el nombre de mi jefe, me da la impresión de que su interés es exclusiva para él.

—Para Thiago, cuidaré a sus hijos—Respondo con simpleza, tratando de poner punto y final a la conversación.

Aunque no se me permite hablar de mi trabajo con desconocidos, no creo que contarle a una joven adulta con aspecto inofensivo y que viva en el mismo edificio que Thiago vaya a afectar en algo.

Versos del alma Where stories live. Discover now