CAPÍTULO 8

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—Noc noc— La voz de Fernando al otro lado de la puerta me saca de mi mundo de diseños y me arroja de vuelta a la realidad. Abro la puerta y lo primero que distingo son varias cajas de pizza siendo sostenidas por unas manos pálidas además de magnas, un desordenado cabello oscuro y luego el angelical rostro de mi mejor amigo que se asoma por primera vez para decir—¿Me permites pasar?

—Pff...Puedes quedarte a dormir si quieres— Le arrebato las cajas de pizza de las manos a Fernando quien en estos momentos carcajea ante mi enorme delirio por la comida chatarra, ahuyentando al pobre Monty que solo vino a saludar, pero que ha concluido con marcharse por tal ruidosa risa.

—Déjame un poco ¿Quieres?— Exige Fernando al ver cómo apenas cierra la puerta, ya me estoy devorando el primer trozo de pizza.

Me siento en el comedor, extendiendo las piernas para posar mis pies sobre un banquito diagonal a mí, mientras tanto, mi querido amigo arrastra una de las sillas hasta que quedamos cara a cara. Ubica las demás cajas en la mesa y de la que tengo en manos aparta un pedazo antes de empezar a engullir.

Aunque esté acostumbrada a las visitas constantes de Fernando, el que esté aquí hoy—un viernes por la noche— y no en su cita con Robert, me desconcierta a niveles estratosféricos.

—Te dejaré si me explicas ¿Por qué estás aquí y no en tu cita?— Fernando ladea la cabeza y se toma un par de minutos para contestar.

—Mi padre volvió a la casa— Mi boca hace una perfecta "O" por el asombro que está irrumpiéndome ahora mismo.

La historia entre el señor Jorge y él es bastante complicada. Fernando les habló a sus padres acerca de su orientación sexual cuando tenía alrededor de quince años, inclusive les comentó acerca de una posible conquista, alguien unos 2 años mayor que acudía a las mismas clases de pintura que a las que él iba a pocas calles de su casa.

Su madre no emitió palabra alguna esa noche, se retiró de la mesa sin siquiera terminar su plato, excusándose con que debía ir a ver su tía Lu por si le hacía falta algo. Por otro lado, su padre lo humilló cruelmente, no solo con palabras hirientes sino también al echarlo de la casa y por si fuera poco, lo golpeó varias veces, solo se detuvo cuando vio que su boca sangraba.

A partir de ese día, la relación entre ellos cambió de manera drástica, el señor Jorge y Fernando mantuvieron distancia. Fernando se vio obligado a mudarse a casa de su tía Helen, ninguno de los dos se dirige la palabra hasta el sol de hoy. No entiendo como la madre de Fernando no hizo nada al respecto, aunque fue la única que se disculpó con su hijo por no haberse atrevido a enfrentar al padre de Fernando, estuvo de acuerdo con su decisión y después de dos años, ella por fin se dio cuenta del error que había cometido, se divorció y reconstruyó la "relación" con su hijo.

—¿Por..?— Sin poder terminar mi pregunta debido a lo sorprendida que estoy todavía, mi mejor amigo logra entenderme y comienza a dar explicaciones.

—Ella dice que mi padre ha cambiado, que debería alegrarme por ellos, que al fin y al cabo es mi padre me guste o no y que todos merecemos una segunda oportunidad en esta vida— Cita Fernando las palabras de su madre, solo que no con la misma emoción que supongo lo habrá hecho ella. Mi mejor amigo se tumba en la silla de madera con pesadez y sin ánimo, toma un trozo de pizza de la caja y come lentamente, saboreando cada parte de la comida chatarra, espero que eso logre sacarle una sonrisa o por lo menos hacerle pasar un poco el mal rato.

—¿Y qué sucedió con Robert?

—Mi madre me llamó por teléfono, quería avisarme que tenías intenciones de hablar seriamente conmigo al regresar a casa después de la jornada de trabajo. Pero como le dije que quería llevar a Robert a cenar, se quedó en silencio por unos cuantos largos segundos y comenzó a tartamudear. Ahí soltó la sopa, me contó que mi padre iría a la casa en la hora del almuerzo, que para llevar la fiesta en paz y no provocar disturbios entre nosotros, fuese mejor que no invitara a Robert.

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