Parte 2 Pequeño gran problema

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El sonido de las campanadas había llegado hasta el palacio del Viento y el Agua, en su interior el Señor del Viento abrió lentamente sus ojos como si hubiera estado sumergido en un profundo sueño durante muchos años. 

Sus ojos nublados se perdieron en sus propios pensamientos como si hubiera olvidado quien era y dónde estaba, luego se puso de pie y caminó hacia adelante. 

En cada paso que daba, unas cadenas plateadas parecieron en sus manos y pies. Esta estaba ancladas a la paredes como si quieren detenerlo en la habitación, pero mientras avanzaba se iban desintegrando hasta volverse polvo brillante

—A-Yu— Murmuró el Señor del Viento.

Las puertas de la sala se abrieron para él y abandonó el recinto.

Afuera, los dioses se apresuraban para reunirse en el palacio dorado. Que un dios descendiera al reino humano no era un problema, el que haya descendido el pequeño tirano del agua era la preocupación.

Apenas supieron las noticias, los suboficiales del palacio de la diosa de la literatura estaban buscando por todos los rincones del reino mortal.

Ling Wen fue al palacio dorado, al no estar el Emperador, ella asumió como su representante. A diferencia de los demás estaba tranquila e inexpresiva, pero quien estuviera cerca de ella podría el largo y cansador suspiro que abandonó sus labios.

— ¿Por qué no lo detuvieron cuando se iba?— Se quejó un dios marcial.

Aquellos que habían visto al Maestro del Agua correr en dirección a la puerta del cielo no supieron qué decir, ninguno imaginó que el mayor dolor de cabeza de los tres reinos iba hacer tal cosa.

— ¡General Xuan Zhen, Nan Yang ¿No estaba con ustedes? ¿Por qué lo descuidaron?

Las miradas se dirigieron hacia Mu Qing y Feng Xin. Ambos dioses  fruncieron las cejas.

—Lo dejamos en el palacio del viento— Respondió Mu Qing molestó— Tengo cosas que hacer, no puedo estar todo el tiempo pendiente de él ¡Fueron ustedes que lo dejaron escapar! —Señaló a los dioses de la corte medía

—General Xuan Zhen no diga cosas imprudente ¿Cómo podrá nosotros detenerlo, nos somos dioses marciales? — Se quejó un dios de la corte media.

Mu Qing rodeo los ojos — ¿Y qué si no lo son?

— ¡Todavía son dioses!—Agregó Feng Xin — Es solo un niño.

Un dios de la corte superior bastante mayor suspiró — General Nan Yan ¿No lo recuerda?

— ¿Qué cosa?

—Esa vez que el Maestro HenYu estaba aburrido y se puso a jugar en jardín, creó enormes olas destruyendo varios palacios, incluso le hizo una  broma a los suboficiales del Señor del Trueno que intentaron detenerlo.

Por supuesto que Feng Xin recordaba, fue su palacio uno de lo que fue destruido ese día. Furioso iba a darle unas nalgadas a ese niño indisciplinado, pero cuando fue al lugar y encontró enorme dragón persiguiendo a los suboficiales del Señor del Trueno, la irá acumulada se disperso y solo sintió dolor de cabeza.

No los estaba lastimando, pero esos dioses estaban corriendo como si estuvieran siendo sometidos a una gran tortura. En medio de ese caos, Shi Hen Yu ría divertido.

— ¡No tiene sentido hablar de eso!— Habló el Señor del Trueno no queriendo recordar ese día, fue su palacio que más daño sufrió. Cuando Shi Hen Yu se disculpó con una carita al borde a las lágrimas no se enojó, pero quién iba a pensar que lo malinterpretaron y al momento siguiente estaría atormentando a sus oficiales pensando que se divertían al ser perseguidos por esos feroces drogones de agua.

El Tiempo que te he amadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora