🌸 . . . 𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 1

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¿Desde hace cuánto es que la conoce? ¿Por cuántas cosas han pasado? La tenía presente hasta en recuerdos muy lejanos, desde un inicio algo turbulento y confuso hasta llegar al punto en el que ambos se liberaron de sí mismos y dejaron al desnudo sus almas para poder ser leída por el otro por un fugaz momento. Por alguna extraña razón se encontraba nervioso, algo impropio de él. Por su mente pasó la posibilidad de que fuera porque le presentaría a sus dos nuevos estudiantes actuales: Itadori y Kugisaki, a Fushiguro ya lo conocía desde hace unos años atrás, pero aún así quiso ir con ellos. No obstante, Satoru no veía por qué esta situación le causaría tal sensación de inquietud. ¿Sería, tal vez, entusiasmo? No estaba seguro y sabía que en realidad desenredar esa pequeña confusión no le serviría de nada, era algo trivial, por lo que decidió no darle más vueltas al asunto y lo pasó por alto.

A través de sus lentes oscuros, Satoru podía ver el apacible día soleado, del cielo azul colgaban unas cuantas nubes las cuales eran fáciles de ver a simple vista como correteaban en el agradable viento que hacía, totalmente lo contrario a aquella noche. Mientras esperaba la llegada de sus tres estudiantes, dejó que la fragancia del ramo de flores de gardenia que sostenía invadiera en totalidad sus fosas nasales. Era un olor que conocía muy bien, un olor que lo transportaba a muchos años atrás cuando era un niño.

Exactamente al día en que dos futuros se encontraron.

ㅤㅤAhí estaba el pequeño Satoru Gojō bajo el cielo del ocaso, frente a una niña que estaba acompañada por una mujer adulta a la que había visto unas contadas veces en el pasado, la cual charlaba con su madre de algún tema que no le podía importar m...

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Ahí estaba el pequeño Satoru Gojō bajo el cielo del ocaso, frente a una niña que estaba acompañada por una mujer adulta a la que había visto unas contadas veces en el pasado, la cual charlaba con su madre de algún tema que no le podía importar menos. La niña parecía especialmente fascinada por Satoru, o más bien por sus ojos, ya que no apartaba su mirada de ellos, situación que le causaba un poco de molestia, pero evitaba mostrar alguna expresión que delatara tal cosa. Su intenso color de ojos azul claro se veía curiosamente resaltado por sus pestañas largas y albinas, dándole un toque algo místico y cautivador. Al vivir en Japón, era la primera vez que la pequeña veía a alguien de un color de ojos distinto al negro o al marrón; aún así, ni siquiera los colores de ojos de la gente extranjera se compararían con los del singular albino.

—¿Son reales? —fue lo primero que le dijo al acercársele para verlo con más detalle.

Un fuerte fuerte olor a perfume de gardenias lo golpeó como una cachetada cuando la chiquilla se aproximó. No olía mal, pero cualquier aroma en exceso disgustaría a quien sea. Satoru volteó un poco su rostro y apartó la mirada de ella para evitar su extraño comportamiento, además de la pesada fragancia. Esta actitud suya le hacía pensar al albino si nunca la habían educado sobre el espacio personal.

—Aléjate un poco ¿quieres? —contestó el albino con un tinte de irritabilidad en su voz—. Y claro que son reales, ¿qué clase de pregunta tonta es esa?

La niña acató su petición y dio unos cuantos pasos hacia atrás. Fue capaz de percibir el tono golpeado con el que el ojiazul le hablaba, pero no alcanzaba a darse cuenta de qué es lo que había hecho mal para que le contestara así; en su cabecita ella no había hecho nada malo, solo un intento por entablar una conversación para hacerse amigos, tal como le había pedido su madre, además de que sí tenía un genuino interés por tan peculiar y a su vez hermoso color de ojos. Creyó que tal vez el niño había tenido un mal día y por eso se comportaba así, ese pensamiento provocó que ella quisiera alegrarle el momento, no tenía idea de cómo hacerlo, pero algunas cosas había visto en TV o leído en libros infantiles sobre pasatiempos y juegos.

—¿Quieres hacer algo? Hay algo que leí en un libro que me gustaría intentar —dijo la chiquilla con una gran sonrisa ilusionada a la vez que lo sujetaba del brazo.

Satoru volteó a ver a los dos adultos, seguían enfrascados en la misma plática que iniciaron desde que la niña y su madre, o al menos quien él asumía que era su mamá, habían llegado. No parecían darle importancia a lo que ellos dos hacían o cómo interactuaban. Las palabras de su madre resonaban frescas en su mente: "una invitada especial vendrá hoy, es de tu edad, así que trata de llevarte bien con ella". Gojō tenía claro que se esperaba que él pusiera un poco de su parte para hacerla sentir bienvenida, aunque no entendía por qué estaba obligado a hacerlo, probablemente solo por cortesía con la madre de ella.

Sin ganas, el albino soltó un pesado suspiro y asintió con la cabeza para que acto seguido fuera llevado corriendo por la nena, que ni su nombre le había dicho, hasta algún punto de su patio que le había llamado la atención desde que llegó.

Sin siquiera sospecharlo, ese fue el día en que sus caminos se conectaron para comenzar a andar el sendero juntos.


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ene. 14, 2021

Crystal Petal ──GOJŌ S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora