OJALÁ...

Asesino: Parte 3

Al entrar en la pequeña habitación arrojo estruendosamente una silla de madera contra el suelo. Estoy colérico, molesto y enojado. Tirando contra la pared cuantos objetos encuentre a mi paso.

—¡Maldita mocosa! —exclamo al pensar en Harley Cates.

Agarro mi cabello firmemente con las manos, al menos el punzante malestar del jalón hace que mi rabia disminuya un poco. Camino al aparador y lleno uno de los vasos que han sobrevivido a la destrucción hasta el tope de whisky. Me atrevo a decir que es más fácil asaltar un banco que matar a la chica. He intentado en repetidas veces que parezca un triste y horrible accidente, pero la mocosa tiene más vidas que un gato.

Mi paciencia comienza a desaparecer, si transcurre el año de matrimonio todo estará perdido, habré perdido mis oportunidades, tengo que actuar rápido. Como si fuese poco, ambos tortolos se ven más unidos que nunca, se me acaban las opciones, debo encontrar la manera de separarlos y terminar el trabajo con mis propias manos.

Camino hacia una pequeña mesa de cristal en el centro de la habitación y tomo entre mis manos el revolver que allí descansa.

—Tendré que recurrir al plan inicial—comunico para mí mismo—, Si no lo he logrado por las buenas, lo haré por las malas.

Reviso que el arma este completamente cargada y sonrió feliz cuando observo que posee todas y cada una de las balas correspondientes. Me deleito pensando donde quedaría mejor el disparo: ¿En su corazón? ¿Quizás en la zona de la frente? Ambas ideas son demasiado tentadoras, talvez pueda gastar dos balas en vez de una.

Es una lástima perder una mujer tan hermosa y carismática como Harley, matar a Melanie fue menos emocionante e más indiferente que a esta chica. Pero cada quien tenía sus prioridades, necesito terminar tanto juego con la muerte y para Harley Cates, el reloj de arena llegaba a su final.