Capitulo 15 - El entrenamiento

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Río parecía pensativo y de repente pego un salto y gritó.

R: Lo tengo!!! Tengo una idea, la tengo!!! - gritó euforico.

Z: ¿Que idea Río? - dije desanimado.

R: ¿Porque sale tu instinto? Porque ve que tu vida está en peligro, por eso hasta ahora no habías notado nada. Si te entrenamos con entrenamiento militar de los soldados de Olimpia te sabrás defender y ese instinto asesino no saldrá.

L: Río... La idea está muy bien... Pero como vas a conseguir que no se cargue a los soldados en losa entrenamientos cuando esté sufriendo en ellos? - me miró - Perdón por decirlo así, pero sino Río no se entera - sonrió

R: También he pensado en eso, por qué tengo esto - saco de un armario una especie de lanza de acero con la punta blanca.

L: ¿Eso? ¿Con un arpón lo vas a parar? - Pregunto sorprendida.

R: No, es el arma que izo que los sanguinarios se extinguieran, tranquilo Zero no te va a matar, está lanza lo que hacía era co trarrestar las habilidades de los Sanguinarios durante varios minutos y en ese momento aprovechaban para atacarles. Cuando Zero se pase en los entrenamientos le damos un calambre y a seguir - dijo riéndose.

Z: ¿Como sabemos que funcionará?

M: Buena pregunta - dijo sonriendo

Justo al acabar la frase Río cogió la lanza con las dos manos y me ático con ella en el pecho. Lo siguiente que recuerdo es temblar en el suelo dursnte varios minutos.

R: Zero ¿tienes ganas de matarme?

Z: Te odio - dije sonriente mientras me levantaba del suelo.

L: Pero si existe esa lanza... Podrían matarte Zero... - me miró procupada

R: Nadie en invencible Lidia, encima nadie que siga vivo sabe lo que es Zero, que no seamos nosotros claro...

Z: Y la persona que me creo... Dije mirando al suelo.

R: ¿Preparado para el entrenamiento? Los soldados te esperan en la plaza del ayuntamiento...

Río le dio la lanza a Lidia y los dos junto a Melody fuimos al ayuntamiento.

Fueron varias semanas de entrenamiento duro y diario, donde recibí variis golpes con la lanza.

Después de casi 7 semanas de entrenamiento ya sabía defenderme... Y luchar, sin utilizar mi instinto... Pero una cosa si es verdad, todos estamos de acuerdo que si he conseguido lo que he conseguido en 7 semanas de entrenamiento es gracias a mi sangre azul... Y porque instintivamente he nacido para esto.

No sólo nos habilidades "Humanas" en cuanto a defensa mejoraron. Mi cuerpo cambio. Los músculos se adueñaron de el, segun Río es gracias al ADN de sirena por lo visto ayudaba a regenerar las células de mi cuerpo y eso permitía que entrenará más, y más duro cada día.

No sé cuál es la razón, pero si se que ahora me siento mejor. Saber que podré defenderme y defender a los míos, sin necesidad de convertirme en un monstruo.

Estábamos cenando en la casa de Lidia nos encontrabamos la Alcaldesa y madre de Lidia, Melody que poco a poco se convirtió como una madre para mí, Lidia y yo. Cuando escuchamos gritos y súplicas de fuera de la casa.

Cuando salimos vimos a un conjunto de hombre que traían a otro sin piernas... Y apenas consciente. Por lo que supimos, eran mineros y habían salido de la ciudad para ir a la mina a trabajar. Contaron que un lobo gigante con colmillos de acero  y largas garras les había atacado y comido las piernas de aquel pobre hombre.

Parecía la historia de miedo que se cuenta a los hijos cuando no quieren dormir. Peri los mineros dejaron claro que no iban a volver a trabajar si ese monstruo no moría.

La ciudad necesita de los recursos de la mina para sobrevivir y yo decidí dar un paso adelante.

Z: Voy yo, será una manera de probar mi entrenamiento y ayudar a esta ciudad que tanto me ha ayudado a mi.

L: Yo iré contigo, tu Melody quédate con mi madre, ¿Vale?

A: Como Alcaldesa valoro vuestra valía, pero puede ser peligroso.

Z: Con todos mis respetos, no estoy pidiéndola permiso para ir, estoy diciendo que lo haré, mañana al amanecer acudiré a esas minas y me encargaré de lo que sea que me encuentre - dije convencido.

L: Iremos juntos, me abrazó por la cintura y me miró sonriente.

Es curioso, la gente nos aplaudía y agradecía nuestro valor. Y yo solo era capaz de mirar los ojos de Lidia cómo si nada estuviese pasando. Nada había pasado entre nosotros desde aquel beso en la puerta de la ciudad. Nunca parecía el momento, pero yo estaba encantado con tenerla cerca.

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