6.- La cita (de juegos).

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Lavar la ropa era horrible

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Lavar la ropa era horrible.

   Peor aún si tenía que hacerlo con agua fría, las manos entumecidas y un clima desfavorable para tenderla. Jaemin llevaba gran parte de la mañana intentado deshacerse de las odiosas manchas de jugo y comida que Jisung se empeñaba en dejar sobre sus camisetas y pantalones. Ese fue el único momento en toda su vida que agradeció que su hijo no tuviera tanta ropa. No llevaba ni la mitad y las manos ya le escocían a causa del detergente y el agua congelada.

   Antes de que se soltara la tormenta, dejó la colada bajo los débiles rayos de sol que se filtraban por la ventana de la cocina. Con suerte y paciencia se secaría para el día siguiente. De su propia ropa no tuvo que preocuparse mucho. Sólo eran algunas camisas viejas y pantalones rotos que no estaban tan sucios, pues a diferencia de su hijo, Jaemin tenía cuidado y no iba por ahí echándose la comida encima. Lavarlos no le supuso gran complicación y en menos de dos horas terminó con la tarea a la que más importancia le ligaba.

   Aprovechó el tiempo restante y se dispuso a dejar el departamento impecable. Sacudió el polvo de los escasos muebles, volteó las sábanas y se aseguró que el piso brillara y oliera a desinfectante. Que no tuvieran mucho dinero no significaba que se abandonaran a la suciedad. Jaemin procuraba que el departamento se encontrara limpio para Jisung, al que generalmente le gustaba arrastrarse por el suelo a jugar con sus cochecitos.

   Finalizó las quehaceres domésticas dejando dos baldes debajo de las insistentes goteras en la cocina, por si se desataba la tormenta mientras no estaban en casa. Se pasó el dorso de la mano por la frente y observó el resultado. Había quedado bastante bien, lo suficiente para que se respirara otro tipo de ambiente. Esperaba que Jisung tuviera piedad y al menos se conservara el orden por un par de días.

   Se dio una ducha rápida para quitarse el olor a detergente y sudor, y se arregló frente al pequeño espejo del baño, acomodándose los húmedos mechones de cabello hacia atrás. Necesitaba un retoque, el azul eléctrico se desvanecía lentamente hasta fijarse en un sutil celeste y después, no estaba seguro que tono tendría, probablemente no uno lindo. Le gustaría intentar otro color, quizá un verde o un gris. Ya llevaba un año con el azul y comenzaba a aburrirse.

   A pesar de sus ganas por mejorar su aspecto, no podía permitirse invertir dinero en tinte cuando había otros gastos más importantes por los cuales preocuparse, como conseguirle a Jisung un abrigo y un par de zapatos. El clima continuaría igual de crudo que hasta al momento y su hijo no podía andar siempre con un pijama. Cada día crecía más y a Jaemin le preocupaba que en algún punto toda su ropa dejara de quedarle. Tenía que empezar a buscar en bazares de segunda mano cuanto antes.

   Para su buena suerte, su cabello tuvo compasión de él y se acomodó justo como le gustaba. Se puso un poco de vaselina sobre los labios para que no se le cuartearan a causa del frío, y sobre el cuello gotas de esencia de coco, que resguardaba celosamente en el botiquín para ocasiones especiales. Quería estar presentable, lo más que su precario estado le permitiera. Iría a la casa de Jeno y una mala impresión es lo último que buscaba dar (si es que acaso no la tenía ya).

Tenías que ser tú. 「NoMin」Where stories live. Discover now