3.- Algo más.

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Después de tres años de abruptos cambios, Jeno sintió que el ritmo de su vida poco a poco volvía a la normalidad. 

   No es que se aburriera en casa, Chenle era sinónimo de felicidad, diversión y risa todos los días. Más bien había algo en entrar a una oficina, saludar a sus compañeros en los cubículos, hacer contratos, batallar con la impresora y tomar el café con un sobre de galletas de la máquina expendedora lo que le brindaba un sentimiento diferente, tal vez de utilidad, tal vez de que se esforzaba por sacar adelante a su hijo y brindarle un mejor futuro.

   A su regreso Jaehyun fue el primero en recibirlo, con una sonrisa que marcaba dos tiernos hoyuelos en sus mejillas. Le palmeó la espalda y le preguntó cómo se sentía en su primer día.

   —Es bueno estar de vuelta —Jeno le contestó—. Me alegra haber recuperado mi vieja oficina aunque aún no sé con quién debo disculparme.

   —Nadie la estaba usando realmente —Jaehyun le dijo, sin dejar de sonreír. Lucia despreocupado y radiante a pesar de que eran las ocho de la mañana—. En todo caso no pienses en eso, ahora estás de vuelta y es lo único que importa.

   —Supongo que tienes razón. Gracias por la bienvenida.

   —Te extrañaba, Jen —Jaehyun reconoció con sinceridad. Después de tres años de ausencia, era bueno tener a su amigo de vuelta—. Por cierto, ¿Cómo está Chenle? ¿Lo llevaste a la escuela?

   —Sí, justo esta mañana. A las tres tengo que pasar por él.

   —Ojalá se ambiente rápido, es un niño muy dulce.

   —También lo espero. ¿Y Hansol? ¿Cómo está? ¿A qué grado pasó?

   —Este es su último año —Jaehyun reconoció con un deje de nostalgia. Su hijo Hansol era dos años mayor que Chenle. Cuando Jeno enviudó Jaehyun (que ya era papá) fue el que más ayuda le brindó, de no ser por sus consejos simples pero precisos Jeno hubiera ejercido una paternidad desastrosa (si es que a veces no lo era ya)—. El siguiente irá a la primaria. Irene está muy emocionada. Más que Hansol sinceramente.

   —Le hace ilusión saber que su hijo está creciendo —Jeno recordó a la dulce mujer que era la esposa de Jaehyun—. Dale un saludo de mi parte, por cierto.

   —Lo haré. Hace mucho que no salimos.

   —En cuanto tengamos tiempo nos ponemos de acuerdo.

   — ¿Vas a seguir trabajando desde casa?

   —Todavía no hablo con el señor Kim —Jeno dijo con pena—. Pero espero que sí. Ya sabes que con un niño el dinero nunca sobra.

  —Tienes toda la razón.

   Jaehyun volvió a palmearle la espalda, deseando reconfortarlo.

   —Bueno pues entonces te dejo Jen, cualquier cosa que necesites ya sabes dónde encontrarme.

   —Gracias Jae, espero recordar cómo funciona la fotocopiadora.

   Jaehyun soltó una carcajada y se despidieron para posteriormente dirigirse a sus respectivas oficinas. Jeno cargó la caja de cartón que había traído de su casa, a su escritorio, que estaba pulcramente recogido al igual que el resto de la oficina. A lo mejor era cierto que nadie la había usado durante su ausencia. Aunque lo dudaba. Probablemente la emplearon como almacén de documentos o algo así.

   Después de diez minutos ya tenía la caja vacía. La verdad sea dicha, no tenía muchas cosas que acomodar porque solo había traído lo indispensable para sentirse como en casa; una foto de Chenle que le había tomado a los dos años y una de Yeri donde estaba embarazada, feliz y sonriente.

Tenías que ser tú. 「NoMin」Where stories live. Discover now