9.- Sucesos inesperados.

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 Chenle salió muy emocionado del kínder. Sostenía entre sus pequeñas manos una hoja de papel que agitaba desesperadamente.

   — ¡Papi!, ¡Papi!, ¡Mida! —comenzó a dar saltitos alrededor de su padre, incapaz de contener su emoción—. Vamos al zoológico, papi, vamos, vamos, vamos.

   Con una sonrisa, Jeno se puso en cuclillas para quedar a la altura de su hijo y así entender lo que decía. Era tanta su emoción que primero fue necesario pedirle que dejara de correr para que se explicara. Ver su entusiasmo lo hizo feliz. Le gustaba tenerlo así de contento.

   —A ver, nubecita —pasó las manos a través de las hebras del alborotado cabello de su hijo y le sonrió para alentarlo a hablar—, ¿Qué es lo que tienes ahí?

   Chenle le entregó la hoja (que ya estaba bastante arrugada) y Jeno leyó el contenido Era un permiso para ir al zoológico. Había llevado a su hijo en algunas ocasiones, pero esta vez era diferente y al escuchar lo que Chenle dijo a continuación entendió por qué.

   — ¡Podé ved jidafas con Jisungie!

   El pequeño correcaminos ya no acompañaba a su hijo a la hora de la salida debido a que se quedaba hasta el siguiente turno con los niños de la tarde. Jeno se preocupaba por él y moría de ganas por saber si se había acostumbrado a su nuevo horario, pero desafortunadamente no había visto a Jaemin en lo que iba de la semana, por lo que aún no tenía una respuesta.

   —Veo que Chenle ya le dio la noticia —la señorita Wendy apareció en su campo de visión, provocando que Jeno se levantara para saludar—. Hola, señor Lee.

   —Hola, señorita Wendy. Chenle me estaba mostrando el permiso, ¿será esta semana?

   —El jueves. Pero decidimos entregarlo desde hoy para que los padres tengan la oportunidad de firmarlo.

   — ¡Vedemos a las jidafas! —continuaba diciendo Chenle, emocionado—, ¡Papi, papi, tenemos que id!

   Jeno había entendido que aquella era una invitación exclusiva para los niños. Su hijo se iba a llevar una pequeña decepción cuando supiera que no iba a poder ir con él.

   —Lo visitarás con tus compañeros, nubecita —intento atenuar la mala noticia con una caricia tierna sobre su cabeza—. Estoy seguro de que tú y el mini correcaminos se divertirán mucho.

   —En realidad —la señorita Wendy intercedió—, estamos buscando padres voluntarios que quieran venir. Siempre que salimos de excursión nos acompañan quienes así lo desean. En el permiso se explica.

   Jeno se sintió tonto por no haberlo pensado. Antes de hablar debió haber leído el permiso completo.

   —Vamos, papi, vamos —ante la posibilidad Chenle comenzó a insistir, lo que a Jeno le indicó que no iba a quitar el dedo del renglón hasta que dijera que sí.

  —No estoy seguro de poder acompañarlos —reconoció con culpabilidad. Acababa de ser ascendido en el trabajo y pedir permiso para ausentarse en un día laboral le parecía inadecuado.

   —No hay problema si no puede venir, señor Lee —la señorita Wendy intentó disculparlo—. En otra ocasión será.

   Pero su hijo no estaba de acuerdo. Un lindo puchero se dibujó sobre sus labios y con una de sus manitas tiraba del saco de su papá para que lo mirara.

   —Papi, quiedo id contigo y Jisungie.

  Jeno miró aquella carita tan tierna y ese puchero difícil de ignorar. No podía negarse. Desde que Chenle entró al kínder no pasaban tanto tiempo juntos como solían hacerlo y si quería que hicieran una actividad juntos cedería. Se lo debía.

Tenías que ser tú. 「NoMin」On viuen les histories. Descobreix ara