Capítulo 21

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NOAH

Aquella mañana me desperté más tarde de lo normal. No sé si era por el remolino de pensamientos contradictorios que me llevé a la cama o porque sabía que aquel día iba a ser muy complicado, pero al levantarme y ver que el cielo estaba nublado supe que nada bueno iba a sacar de haberle pedido un favor a Nicholas y de haber dejado que mi ex se quedase a dormir en mi casa. Mientras me ponía el bañador y un vestido de playa, me dije a mí misma que solo tenía que aguantar hasta las siete de la tarde, entonces empezaría en mi nuevo trabajo y podría desaparecer y evitar sin problemas a Dan.

Además había podido meditarlo mucho antes de dormirme y los únicos sentimientos que quedaban hacia la persona que lo había sido todo para mí eran rabia y rencor. Estaba cabreada, no quería ni verlo; es más, me sentía como una estúpida por haberle dejado besarme. No sé si era porque en ese momento no lo tenía delante y, por tanto, los recuerdos que despertaba en mí no se revivían. Esa mañana no quería ni mirarlo a la cara.

Cuando entré en la cocina y lo vi sentado a la mesa, con una taza de café y la mirada clavada en su teléfono no pude hacer nada para no fulminarlo literalmente con los ojos. Al verme, levantó la vista y me observó al pasar junto a él para ir a la nevera y sacar el zumo de naranja.

—Estaba esperando a que bajaras —dijo levantándose de la silla y apoyándose contra la encimera a mi lado. Lo ignoré mientras cortaba una rodaja de pan y la metía en la tostadora—. Tus padres ya se han ido.

—Madre —aclaré molesta.

Dan suspiró a mi lado y por fin me decidí a mirarlo. Tenía el pelo rubio bien peinado y se había vestido con sus mejores vaqueros y una camiseta con una frase ridícula.

—¿No quieres hablar conmigo? —me preguntó sin apartar la mirada de la mía—. Quiero recuperarte, Noah, no me he cruzado un país entero solo por unas vacaciones: he venido aquí a conseguir tu perdón.

—No hay nada que perdonar, Dan —repuse tajante—. Me has puesto los cuernos, y no solo una vez, me han llegado fotos, fotos que no sé ni quién ha podido enviar, pero doy por hecho que ha sido alguna de tus amiguitas. Nunca aceptaron que tú y yo estuviéramos saliendo y al parecer mi mejor amiga tampoco.

Antes de que Dan pudiese contestar a mi acusación, un Nick con el torso desnudo y unos pantalones de pijama que le caían sueltos sobre la cadera apareció en la cocina. Tenía el pelo revuelto y los pies descalzos... No pude evitar compararlo con quien estaba a mi lado. Mi corazón se aceleró solo con su presencia y Dan desvió la mirada para ver quién había captado mi atención de esa forma tan absoluta.

Nick se detuvo y analizó la situación desde la puerta. Me mordí el labio nerviosa. ¿Qué iba a hacer ahora?

Dan apretó la mandíbula al caer en la cuenta de quién era, y yo por vez primera desde que él había llegado me sentí con fuerzas de hacerle frente. —Hola, no nos han presentado —comentó Nick acercándose a nosotros y tendiéndole la mano. Dan reaccionó un segundo más tarde y vi las venas del brazo de mi hermanastro tensarse cuando apretó su mano con fuerza. Dan disimuló lo mejor que pudo la expresión de dolor que le supuso el apretón de manos de Nick y yo me removí inquieta en mi lugar—. Soy

Culpa mía © (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora