Capítulo 14

1.2M 76.9K 19.5K
                                    

NICK

Cuatro días después y seguía sin aparecer por casa. Después de lo que había ocurrido en las carreras no quería ni asomarme por allí. No estaba seguro de cómo iba a reaccionar cuando volviera a encontrarme frente a frente con Noah; una parte de mí quería estrangularla y hacerla pagar por lo que su estúpido jueguecito me había costado: mi coche, mi Ferrari negro de más de cien mil dólares, y la ruptura definitiva de la tregua que tenía mi banda con la de Ronnie. El muy hijo de puta nos había disparado por la espalda, aún recordaba cómo el corazón casi se me había salido del pecho al escuchar el disparo y el grito de Noah en el asiento trasero. Recuerdo haber temido mirar hacia atrás por miedo a ver lo que me encontraría, recuerdo haber pasado el mayor miedo de mi vida, y todo por una insensatez de una tía incapaz de hacer caso ni una maldita vez a lo que se le decía.

Al verla correr me había sentido completamente impotente. Todavía no era capaz de explicarme de dónde había sacado aquella habilidad para poder conducir de aquella forma, pero, joder, cómo le había ganado a aquel imbécil. Una parte de mí admiró su manera de coger aquella segunda curva, ni siquiera yo habría tenido los cojones de arriesgarme como ella lo había hecho, lo que también me aclaraba la falta de instinto de supervivencia que tenía.

Y por otra parte no podía quitarme de la cabeza el beso que le había dado y las ganas que tenía de volver a hacerlo. No podía olvidarme de aquellos la- bios llenos y dulcemente sabrosos, de aquel cuerpo que me volvía loco...

Mierda.
No podía volver a casa, no sabía cómo iba a actuar: una parte de mí, la más pervertida y la que claramente no pensaba con la cabeza, quería tirarse a esa chica de cabellos rubios y ojos color miel sobre todas las cosas, hacerle de todo y hacerla pagar por haberme hecho perder mi tesoro más preciado; y la otra simplemente quería hacerla temer el simple hecho de estar cerca de mí, conseguir que ni se atreviese a respirar demasiado fuerte a mi lado... Pero, claro, la primera opción tiraba más que la segunda. y me maldecía por ello.

Llevaba cuatro días de fiesta en fiesta acostándome a las tantas y levantándome con una chica diferente cada noche. Después de lo que había ocurrido en las carreras la relación entre Ronnie y yo había terminado para siempre y la verdad es que me preocupaba la reacción que pudiera tener si volvíamos a vernos, algo que sucedería más pronto que tarde teniendo en cuenta que nos movíamos por los mismos círculos.

Era increíble cómo esa chica había jodido absolutamente todo y en tan poco tiempo, y encima tenía la obligación de verla todas las malditas mañanas. De esa guisa llegué a casa, con el cristal trasero de mi coche ya arreglado y con un humor de perros que estaba a punto de empeorar. Aparqué en mi plaza de aparcamiento, me coloqué mis gafas de sol, ya que la resaca me estaba matando y me encaminé hacia la entrada, deseando desaparecer en mi habitación durante todo el día... Sin embargo, eso fue imposible: en cuanto puse un pie dentro de casa un grito proveniente de la cocina me hizo maldecir interna-

mente y rezar por tener la paciencia que iba a necesitar en aquel momento. Con paso lento entré en la cocina donde mi madrastra, su hija y ¿Jenna? desayunaban frente a la isla. Mis ojos se detuvieron unos segundos de más en mi infierno rubio personal. Noah parecía haberse descompuesto en cuanto entré por la puerta. Me fijé en que su piel estaba tostada por el sol y su cabello más rubio y de más colores que desde la última vez que la había visto. Llevaba un bañador que cubría con una toalla enroscada debajo de los brazos. Su pelo mojado chorreaba agua sobre la encimera en donde desayunaba un cuenco de cereales. A su lado, Jenna estaba más o menos igual, solo que ella iba en biquini y lucía una sonrisa de bienvenida que siempre

Culpa mía © (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora