Huellas imborrables

119 13 1
                                    

Después de la conversación tan amena que tuvimos, desde luego hablando desde el sarcasmo, me di cuenta de que no puedo seguir cerca de él. Jamás pensé que lo diría pero algo de él me está haciendo daño y por primera vez me estoy dando cuenta de lo que no está haciéndome bien. También está lo que él siente y yo no soy nadie para reclamar o hablar sobre su vida y él, no me perdonaría hacerle daño así que lo mejor será irme con las chicas.


Cuando nos despedíamos cada uno de los chicos me abrazaron. Naim y Kaila hicieron planes para que ella volviera a venir ya que están saliendo juntos y se les ve muy pegados.


- no te vayas por favor.- susurra Carlos en mi oído cuando me abraza para despedirme.

-lo siento.- susurro en el suyo.

Mi madre me abrazó muy fuerte apenas me vio entrar y luego mi padre y mi hermano. Evité el tema sobre él con mi mamá que no paraba de hacerme preguntas una tras otra.

                        *** 

Gran parte de mi libro estaba terminada, no tenía la intención de hacer una novela ni mucho menos. Resumir mi historia en palabras resulto ser un trabajo sencillo, sufrir de anoréxia y bulímia, cortarme, intentar matarme, conocer a una persona espectacular, ir al psicólogo, hacer buenos amigos, formar parte de una banda genial, enamorarme por primera vez, que me rompieran el corazón, intentar matarme nuevamente y de nuevo fallar, me di cuenta que ni para eso soy buena, conocer new york y de nuevo regresar. Quiero algo más, me di cuenta al leerla de que a mi historia le faltaba algo más, algo lindo y bueno, no solo para otros sino también para mí misma. Pero nuevamente, no tenía idea de que. También aprendí a tocar guitarra y piano, no se me dan muy bien, pero me encanta tocar aunque lo haga mal. Le di mi cabello a una niña con cáncer y eso me llenó el alma.

-Exacto!!.

Debo hacer cosas buenas por las personas, a mi historia le falta bondad.

Hice una lista de todo lo que quiero hacer. Toco la puerta del cuarto de mis padres y mi madre me abre.

-cielo?. Qué pasa?.- me pregunta mientras se pone unos aretes pequeños de los que usa para hacer yoga.

-mamá dejarías de ir a tu clase por mí?.- hago un puchero y uno las palmas en súplica.

-por qué?. Te ocurre algo?.- se preocupa.

-no, quiero que me acompañes a hacer unas cosas. Puedes?.-sonríe.

-cariño, sabes cuánto llevo esperando que me invites a hacer algo contigo?. Por supuesto que sí.- me abraza y va a cambiarse.

Entramos en el hospital y vamos hacía los niños. Las paredes están llenas de colores y a pesar de que sean niños con cáncer se respira ganas de vivir y salir a adelante.

Regalamos todas y cada unas de las pelucas que compramos. Mi madre, yo, algunos doctores y enfermeros y varios niños lloramos de la emoción. No pensé que iba a llorar tanto.

Luego de allí fuimos a imprimir varios carteles para pegarlos en la calle y que las demás personas también tuvieran este tipo de gesto humano. Varios días después teníamos en casa un montón de pelucas que las personas fueron comprando para que las lleváramos a cada niño y niña con cáncer.

Razones para vivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora