SAIGE
AHORA:
—¡Oh, mierda! —exhalé, entrando totalmente en pánico luego de leer el mensaje de Sawyer.
Genial, había perdido por completo la noción del tiempo, lo cual me daba solo quince minutos para explicarle a Harper lo que ocurría, recoger mis cosas, correr al baño, darme una ducha rápida y lucir al menos un setenta por ciento decente antes de que Sawyer pasara por mí.
«Tómalo con calma, Saige. Recuerda, esto no es una cita». Cierto, no era una cita, era un simple salida amistosa e inofensiva, a Nueva Jersey, donde conocería a todos sus amigos.
Sí, había sonado igual de confuso en mi cabeza cuando, días atrás, me preguntó si quería acompañarlo a un pequeño viaje nocturno al campus de Princeton. ¿La verdad? No me lo esperé en absoluto, sobre todo después de lo que ocurrió la última vez que me hizo una propuesta similar.
Él me invitó a salir. Una invitación directa e inesperada que me tomó completamente desprevenida y casi provocó una seria quemadura en mi boca con el café (cortesía de Bonnie) que me estaba bebiendo.
No daré demasiados detalles sobre el desastre que fue mi respuesta, pero el momento incómodo y mortificante fue más o menos así:
Él: —Vale, esperé cualquier otra respuesta que una posible muerte por asfixia y quemaduras bucales de segundo grado.
Yo todavía recuperándome de la quemadura: —Uh... Sawyer, yo no...
Él: —Venga, que no estoy proponiéndote matrimonio, solo tal vez cambiar el desayuno por una cena fuera del campus, que no incluya el café de Bonnie, ni estudiantes resacados dormidos a nuestro alrededor.
Yo: —Sawyer, no puedo...
Él: —Está bien, cualquier cosa que sea, puedes decirla, soy un niño grande... ¿No estamos en la misma página?
ESTÁS LEYENDO
La Ley de lo (Im)perfecto ©
Teen Fiction"Entonces, McLaggen... ¿Cuál es tu historia?". Si algo le enseñó la vida a Hunter McLaggen es lo siguiente: la perfección es utópica. ¿La vida perfecta? No existe. ¿La familia perfecta? Tampoco. ¿La chica perfecta? Mucho menos. ¿El amor perfecto? ¡...