Capítulo 38

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¿Qué demonios estaba pasando? ¿Cómo se puede ser tan cruel en esta vida? ¿Tanto asco me tenía? Pedro Ajax, ese hombre que era como un padre para mi, no lo era. De echo, era un ser tan vil, un ser con tanta maldad, que después de todo había hecho que le considerase mi padre. Después de todas esas torturas, ese sufrimiento, esa agonía, después de todo eso, el había hecho que le amara, como a su maldito padre. Durante siete años tuve una vida completamente distinta, una en que mi "madre" estaba muerta, el sufrimiento que me llevo eso, era inimaginable, y todo por culpa de ese estúpido. Estoy por testigo que esto no va a acabar así, juro por todos mis seres queridos que algún día me vengare como es debido. 

Todavía estaba inconsciente, no se desde hacía cuanto, pero lo estaba. La sensación era abrumadora, poder recordar todo de tu vida pasada, querer reunirte con todos los antiguos seres queridos y no poder ni siquiera abrir los ojos. 

¿Habría muerto? No, no creo. La altura del trampolín no era para tanto y ellas no dejarían que me pasara nada. No después de lo que ya vivimos, no después del secuestro, ni del "asesinato". Así es amigos, soy Chloe Allen y estoy bastante segura de que sigo viva.

Una sacudida de energía golpeo todo mi cuerpo dé repente. Se sentía tan liberal poder empezar a abrir los ojos poco a poco.

-Ahh.-me queje después de que una luz blanquecina me cegara por completo. Despacio volví a intentar abrirlos, me encontraba en, lo que aparentemente parecía, la enfermería de la escuela. La sensación de soledad volvió a reinar en mi cuerpo al ver que nadie se encontraba en la sala, absolutamente nadie. La vista seguía siendo el bosque que, aunque pareciera que no, hasta le había echado de menos. Un ruido ensordecedor hizo que me girara de golpe hacía el suelo de la puerta, una bandeja llena de material de enfermería había sido la causante de tal ruido y detrás de ella unos zapatos de tacón, comencé a subir mi vista, un vestido negro dejaba de crecer por sus rodillas, un cinturón con un broche dorado remarcaba su figura, una especie de camisa por dentro le hacía ver mas implacable, unos labios sabiamente conocidos realizaban un signo de alegría mezclado con sorpresa, unos hermosos iris marrones reinaban en sus ojos. La señora Paulson se encontraba estupefacta en la entrada de la puerta, que nada más darse cuenta de la situación comenzó a correr hacia donde me encontraba, segundos después, un fuerte abrazo provoco miles de pequeñas corrientes en mi cuerpo.

-¿Sa_sabes quien soy?-preguntó con miedo sin soltarse del abrazo.

-Si, claro, eres la señora Pualson, no?-le pregunte después de que se separara preocupada, tras no haber obtenido una respuesta de mi parte.

-Si, así es?-dijo en modo de pregunta, comenzando a separarse mas.

-Oh, venga ya, claro que se quien eres.-le dije cogiéndola del brazo y acercándola más a mi para poder seguir abrazándola. 

-¿De verdad?-dijo mirándome a los ojos. 

-Las casualidades no existen, cariño.-recite lo que me dijo al descubrir lo delas marcas. Nada más decirlo sus brazos volvieron a mi cuerpo con aun más fuerza. 

-Si que eres tu.-dijo cuando empezaron a caer lagrimas por mi cuello.

-Si, lo soy.-le dije cogiéndole de la cara para que me mirara a los ojos.

-¿Co_como es posible?-me pregunto mientras se sentaba en la camilla sin alejarse.

-El cuerpo que encontrasteis no era el mío, era el de una pobre chica que se las vio con Pedro Ajax.-le dije mientras yo también me sentaba y quedaba a su nivel, bueno, si se puede decir eso, aun seguía siendo más baja que ella.

-¿Y has estado viva durante todos estos siete años?-volvió a preguntar.

-En efecto.-sentencie mirando directamente a la ventana, lagrimas comenzaban a brotar por mis ojos.

-¿Y como es que acabaste aquí?

-Pedro me entrego en el papel en el que ponía que buscabais una nueva profesora. Dios, como pude ser tan estúpida?-dije tapándome la cara con las manos, tras darme cuanta de la acción tan desesperada de el idiota de Pedro.

-Ehh, mírame, no eres idiota, eso nunca.-dijo quitándome las manos de la cara y mirándome a los ojos.-No lo eres, entendido?

-No sabes lo que echaba de menos tu voz autoritaria.-le conteste mirando de nuevo a la ventana mientras me reía.

-Yo también te he echado de menos.-sentenció obligándome a volver a mirarle, nada mas hacerlo, sus labios tocaron con necesidad los míos. Sus labios seguían siendo tan apetecibles como antes, su movimiento era perfecto. Segundos después, su lengua pidió permiso para entrar, cosa que se la concedí. Intentaba poner algo de control, pero estaba claro que eso lo llevaba ella, con un ágil movimiento se bajo de la camilla sin cortar el beso y se puso entre mis piernas, acercándome más allá. Un pequeño gemido salió de mi boca después de que con su mano derecha se metiera por debajo de mi camiseta y apretara mi cintura, haciendo que ella sonriera ante tal acto. Otra de sus manos volvió a colarse en mi abdomen, pero cuando fue a apretar la parte izquierda de este, una mueca de dolor apareció en mis labios.-¿Qu_qué pasa?-pregunto separándose de mis labios preocupada.

-Na_nada.-dije con otro quejido de por medio. Me levante un poco la camiseta, donde tenía mi marca de nacimiento, unas gotas se sangre salían por una especie de herida.

-Oh, a eso venía.-dijo mientras reía.-Espera.-en un segundo había desaparecido de mis piernas y se dirigía hacia la nevera que había.-¿B negativo, no?-me pregunto mientras me enseñaba un bote de sangre.

-Ehh, sisi.-le conteste un poco confundida al principio.

-Las heridas de las marcas no sanan hasta que no bebes sangre.-dijo entregándome el bote.

-Gracias.-le conteste empezando a beber.

-Una pregunta.-dijo empezando a recoger lo que había el la bandeja.-¿Como es que Pedro entro en el recinto?

-Mierda, te lo tenia que haber dicho antes.-le conteste preocupada.-Tenéis un topo.

-¡¿Que?!-pregunto exaltada dirigiéndose hasta mi.

-Si o por lo menos es lo que dijo el después de torturarme.-vi como trago en seco mientras me miraba con cara de pena.

-No puede ser, tengo que averiguarlo.-dijo dirigiéndose a la puerta de salida.

-Esta bien.-le dije con tranquilidad, pero nada mas oírme paro y volvió hacía mi. Me miro directamente a los ojos y plasmo sus labios en los míos de nuevo, empezó a moverse a lo que yo le seguí con toda la delicadeza del mundo, segundos después se separo mordiendo mi labio en el trayecto.

-Ahora si, nos vemos.-dijo dirigiéndose a la puerta pero antes de salir volvió a hablar.-¿No crees que la profesora Green o la profesora Gaga también te echaran de menos?-dijo guiñándome el ojo.-Están en sus despachos descansando, por si te lo preguntabas.-y sin mas salió de la enfermería.

Me puse de pie en el suelo y comencé a caminar hacía el despacho de la profesora Green, era el que mas cerca estaba, bueno, de echo, creo que nunca había ido al de la profesora Gaga, como era eso posible?

Nada más llegar al despacho toque tres veces con mi mano en la puerta y una voz no muy alegre me contesto segundos después.

-Estoy ocupada.-dijo la profesora Green sin abrir la puerta. Vaya, tendría que entrar yo, esta vez.-¡He dicho que_!-se callo nada más verme.

-Vaya, creo que no soy muy bien recibida, no?-le pregunte con ironía tras entrar y cerrar la puerta.





Nada Es Lo Que PareceWhere stories live. Discover now