—¿Podemos hablar?
Me paré en el pasillo de clases, y un alumno que tenía prisa chocó contra mi hombro mientras me adelantaba sin mirar. Yo también tenía que acelerar, o llegaría tarde a mi siguiente clase. Daniel y yo habíamos tardado más de la cuenta en el viaje en coche esa mañana a pesar de que habíamos salido temprano de la casa.
En realidad, aparcamos cerca del instituto unos minutos para tener unos segundos de intimidad antes de llegar. Tardamos más de lo que pensaba, aunque apenas fueron unos besos. No sabía si ese tipo de actuaciones encajaban con lo que nosotros éramos: es decir, nada. No había nada oficial, y tampoco estábamos interesados en que lo hubiese.
Él no quería una novia, y yo no quería que nadie supiera que nos acostábamos. No me avergonzaba, pero de nuevo, necesitaba que sus padres me dejasen permanecer en su hogar hasta terminar el instituto.
—Claro —contesté volviéndome hacia Cassie—. ¿Te encuentras bien?
Después del horrible domingo que había vivido, pensé que no vendría a clase esa mañana, que se quedaría descansando. De hecho tenía ojeras bastante marcadas y estaba sumamente pálida.
—Sí, estoy bien —mintió, y apartó la mirada unos segundos hacia sus pies.
No dije nada, pero miré la hora en mi teléfono móvil. Si llegaba más de cinco minutos tarde no iban a dejar entrar a la clase, y probablemente esa falta de asistencia mi nuevo psicólogo no se la tomase bien.
—Quería agradecerte por lo del sábado. Si no hubieses insistido y Logan no me hubiese llevado al hospital, no sé si hoy hubiese estado aquí...
Logan se había portado muy bien, acercándola al hospital y quedándose con ella hasta que consiguieron contactar con sus padres. Era un buen chico.
Cuando no dije nada, Cassie añadió:
—Y también pedirte disculpas. A ti y a todos. No debería haberme tomado la pastilla.
No, no debería, pero eso ella ya lo sabía. Y por experiencia, yo misma reconocía que echárselo en cara, cuando ya se sentía tan culpable y se había dado cuenta de la repercusión de sus actos, no ayudaría en nada.
Compuse una pequeña sonrisa y tomé su mano con la mía.
—Lo importante es que estás bien, Cassie.
Las comisuras de sus labios también se elevaron, y se despidió de mí para ir a su clase, dejando que yo llegase a la mía antes de que el profesor pudiese cerrarme la puerta en las narices.
Nadie mencionó lo sucedido con las pastillas en la cafetería, al menos no cuando Cass llegó. Jessica parecía sentirse culpable, mostrando por fin un poco de humanidad. Le había dado las gracias mil veces a Logan y asegurado que después de esto no volvería a consumirlas nunca.
Era extraño como, delante de ella, actuaban como si nada hubiese pasado, aunque imaginaba que lo hacían para que estuviese tranquila. Todos podíamos apreciar su mala cara. Según Logan, sus padres estaban sumamente cabreados a la par que preocupados. Era muy probable que la hubiesen obligado a ir a clase aunque todavía se encontrase mal.
Para corroborar su teoría, su madre apareció a la salida de clases para recogerla en coche y llevarla a casa. Podía entender cómo se sentía Cassie en aquellos momentos, donde nadie confiaba en dejarla sola, y que lo volviera a hacer. Aunque después del susto que se había llevado, era bastante improbable.
Cassie no dijo nada mientras subía al coche, y yo me quedé unos instantes viendo como se alejaba antes de que Daniel me agarrara del brazo y tirara de mí. Me pregunté si su madre le habría pagado para que me llevara en coche para asegurarse de que volvía a casa, o al menos de que estaba acompañada por alguien que me conocía, en lugar de por mi comodidad.
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Hazme Olvidar ©
Teen FictionHISTORIA +18 || Emily ha sufrido mucho. La muerte parece acecharla, y solo quiere escapar de ella. Pero cuando no lo logra, es enviada a vivir con los Black. Y con el estúpido, prepotente e idiota de su hijo, Daniel Black. Sin embargo, Daniel parec...