Parte 4

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Shaman King pertenece a Hiroyuki Takei

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Los segundos se detuvieron en ese momento fugaz donde el joven tomaba asiento esa acción la veía en cámara lenta, Horo Horo sintió su rostro caliente, recordando aquella penetrante mirada fría que lo había amenazado el viernes por la noche en casa de Kanna estaba sentado a su izquierda con tan solo dos asientos de distancia.

-¿Qué carajos ves? –Susurro para Horo Horo, que este mismo no había despistado su mirada.

-Mierda.... –Pensó.

¿Qué carajos pasara ahora?

Era algo que se cuestionó Horo Horo por el largo de las clases que compartió en ese salón. No presto atención a la clase, aquella mirada penetrante del chico lo inquietaba de tal forma que le daba miedo girarse aunque fueran unos milímetros de su lugar, ni siquiera podía ver a Lyserg, pues aún seguía petrificado e incluso idiotizado por el peculiar tono de ojos que se cargaba el que había llegado tarde esa mañana, algo en él lo intimidaba bastante.

La campana que marcaba el inicio del receso sonó, trayendo de vuelta a la realidad a Horo Horo, guardo sus cosas con velocidad y salió mucho antes que Lyserg, dejándolo atrás confundido por su acción y sin darle oportunidad de ni acompañarlo.

Se reunió con Yoh, debajo de un gran viejo árbol justo pasando las canchas de deportes, lejos de la civilización de la escuela tenían un lugar especial en el que compartían los recesos, se había convertido en una pequeña tradición de ambos, añadiéndole con el paso del ciclo escolar la presencia de Chocolove y Lyserg, los cuales aún no llegaban, el día presentaba un clima agradable, el aire mecía con sutileza las hebras castañas de Yoh y en Horo Horo su cabello azul, fuera de lo común, disfrutaban de unos ricos onigiris caseros, hechos por la abuela Kino.

Yoh tenía el ligero sentir de una tensión que crecía con cada minuto en Horo Horo, este observaba como las hojas del árbol que les regalaba sombra en aquel lugar se movían con el viento mientras disfrutaba de su bocadillo.

-Oye Horo Horo –Hablo al mismo tiempo que daba un trago a su jugo.

-¿Qué? –respondió cortante, mientras terminaba con su alimento.

-¿Te sucede algo?

Horo Horo trago con amargura su bocado, no tenía muchas ganas de hablar, pero sabía que aunque no lo hiciera, Yoh estaría preocupado por él, comenzó una guerra mental entre decirle o no lo que sucedía en su mente.

-N-No... -Mintió. La mirada ámbar volvió a hacerse presente, sobre todo aquella escena en la mañana.- Estoy bien, enserio, no es necesario que te preocupes amigo –Sonrió de medio lado, sabía que con eso bastaría para que su compañero no preguntara nuevamente, sentía que aún no era el momento adecuado de decirle que un chico del salón en donde toma las clases de química los lunes por la mañana, llegó y lo amenazó de muerte con la mirada solo porque era la misma puta persona con la que se estrelló y derramo la cerveza en la fiesta de Kanna, consiguiendo que fuera el centro de atención y que ese instante se volviera el más incómodo de su corta vida.

No, aún no era el puto momento.

-Está bien, creo en ti –Le regreso la sonrisa, Yoh terminaba con su onigiri y el timbre de entrada volvió a sonar, recogieron el lugar y se levantaron, caminando nuevamente a sus respectivos salones.

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La hora de salida llegó, marcando el final escolar de ese día, solo quedaban dos malditas semanas para las vacaciones de primavera, Horo Horo añoraba que llegaran de una buena vez, necesitaba con urgencia un respiro, sobre todo por semejante mirada que no dejaba de acosarlo mentalmente, no tenía idea de cómo poder quitársela, solo habían pasado tres miserables días y sentía que lo atormentaba toda la vida, agradeció que solo en esa clase serían compañeros, de todos modos, no tenía ni la más mínima idea de quién era el sujeto, solo conocía el apellido, si es que lo era.

Cuando el sakura florezca || Shaman KingWhere stories live. Discover now