Dos

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Gruesas gotas de sudor perlaban su frente. La humedad de su rostro hacía que algunos mechones de cabello rubio se adhirieran a su piel. Y pese a todo, helaba. La brisa nocturna le producía cierto dejo de adrenalina que Naruto aprovechó para concretar finalmente la técnica.

Contra todo pronóstico, retrocedió varios pasos, midiendo a consciencia la distancia que lo separaba de su objetivo (un tronco ubicado a escasos siete metros de donde se encontraba preparándose).

Lanzándose hacia el frente, Naruto se apresuró a moldear el chakra que bullía en una de sus manos, se alistó para dar el golpe, -con las piernas temblandole de cansancio y los nervios a flor de piel-

-Rasengan- exclamó, impactando la esfera semisolida que, segundos antes de alcanzar la corteza del tronco, terminó evaporandose por completo. Naruto atinó a cerrar los ojos, presintiendo el dolor que le produciría una vez que su mano golpeara la superficie del blanco -no había manera de retroceder y lo sabía perfectamente-

Empero, el golpe no se produjo de manera inmediata. Y Naruto no tuvo tiempo de atribuir la lógica de aquel hallazgo, pues sintió perfectamente el agarre en su muñeca. Al abrir los ojos se encontró de frente con el Uchiha, el cuál -acertadamente- había bloqueado el golpe a último minuto, tomando a Naruto del brazo e interponiendose entre su objetivo.

-Aun te estás recuperando. No deberías esforzarte demasiado- vociferó el moreno, impasible al alternar la mirada entre el tronco y el rostro alicaído del rubio.

-Lo se- Naruto miró hacia un lado para que no viera la pena y la decepción que momentáneamente surcaron su semblante.

Increíblemente nadie se había enterado de su ausencia en casa. Quizá Hinata no lo echara en falta, teniendo en cuenta que ella conocía las múltiples labores de su esposo. 

Pero estaba bien así. Era preferible que absolutamente nadie se diera cuenta. Este era ya el tercer día de entrenamiento y las cosas permanecían igual. Naruto comprendió poco después el motivo del desinterés de su familia con respecto a él.

Su conducta. El día del cumpleaños de Boruto había estado ausente. Trataba de permanecer todo el tiempo posible en su oficina. 

¿Y para qué? 

No tenía mucho sentido. El debería querer pasar tiempo con su familia. Pero no era así.

Actuó que todo estaba bien, fingió frente a su esposa e hijos que era simple cansancio lo que lo mantenía aislado de las cenas y demás convivios familiares nocturnos. De esta manera Naruto decidió incurrir en apariencias. Le decía a Hinata que todo estaba bien, aunque no fuera cierto. 

Se abstenía de dejar su despacho en los últimos dias. Se limitaba a acudir con Shikamaru para tener en orden el registro de las misiones  -llegando excesivamente agotado a casa- y 

tras hacer algunos deberes, cenar y desear las buenas noches a Hinata, si es que está se encontraba despierta, se fingía dormido y, horas más tarde, volvía a abandonar su hogar.

-No te estás esforzando al máximo porque no descansas lo suficiente- replicó el Uchiha con seriedad. Escrutó atentamente la agitación en el cuerpo de Naruto, no había entrenado demasiado y aun así el Uzumaki parecía a punto de colapsar. Quizá no había sido buena idea sugerir un entrenamiento compartido tan pronto, pero era la única manera de acercarse ahora que no lo recordaba. -Utiliza mas chakra la próxima vez.

Naruto ya conocía varias de sus técnicas. Sólo era una estúpida excusa para pasar tiempo con él. Su herido orgullo tampoco permitía aceptar el olvido de quién era él. 

Hasta que me recuerdes. Where stories live. Discover now