Cinco

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Naruto hablaba sin parar, caminaba al tiempo que gesticulaba, haciendo exagerados ademanes con las manos para tratar de explicar la extensa perorata que proclamaba a cada segundo. Junto a él, Sasuke apenas le escuchaba, más concentrado en observar la bella sonrisa que no había abandonado los labios del rubio desde que terminaran con el entrenamiento. No lo negaba, le atraía de una manera desconcertante. Lo que no terminaba de entender era la forma de la que todo el mundo se expresaba a espaldas de él.

Sasuke les había escuchado atentamente en la torre Hokage. Los Shinobis que trabajaban para Naruto alegaban un cambio considerable en su actitud. Ya no se le veía tan amargado y falto de motivación. Y vaya que a Sasuke le costaba imaginarse a Naruto de aquella manera. 

En parte se debía a que seguía sintiéndose irremediablemente prendado. Había actuado como todo un patan días antes, y aunque, impropio en él, se había arrepentido. Tras ver el estado en que  había dejado a Naruto, se juró a si mismo no perder nuevamente los estribos. Y en cambio; lo protegería. Sentía que era su deber. Así como alguna vez Naruto lo salvó de la oscuridad y lo dio todo para que regresara a la aldea y abandonara su plan de venganza. También tenía que conseguir que el rubio atolondrado lo recordara. No podía resignarse a no existir en sus recuerdos. 

-No, no lo recuerdo - profería Naruto, mirando atento la fotografía del equipo siete que Sasuke sostenía delante de él.

Pese a todo, Naruto no negaba que los días anteriores de entrenamiento fueron bastante fructíferos. Ya tenía un mejor manejo del chakra, la rotación, estabilidad y fuerza, eran puntos que casi dominaba. Empezaba a recuperar la fuerza y la coordinación -Quiza si lo intento otras treinta veces...

-Tienes que descansar- la voz de Sasuke sonó neutral. Y Naruto se mortificó un poco por ello. Sasuke ya le había mostrado un montón de cosas y le había relatado la historia detrás de cada objeto, pero su mente seguía sin atender razones. Eran historias huecas, sin significado. No recordaba nada de lo que le decía Sasuke Uchiha. Pero, fuera de eso, se sentía bien. 

Como llevaban haciendo los últimos días, ambos entraron al conocido restaurante, tomando asiento en una de las mesas situadas al fondo del establecimiento. El rostro de Sasuke se contrajo en un rictus de estoicismo. Naruto no tardó en ordenar un tazón de ramen, y sus ojos azules se detuvieron expectantes en el circunspecto semblante del Uchiha. Aunque no eran citas como tales, a Naruto le gustaba pasar tiempo con él. Usualmente era él quien conversaba todo el tiempo, hasta que Sasuke se aventuraba a cuestionarle sobre algún tema en específico de su pasado, tratando infructuosamente de remover el velo en su memoria. 

Después comían en el mutismo, y luego, Sasuke se ofrecía a acompañarlo en silencio, esperando que él dijera algo sobre el entrenamiento sin sentido que llevaban a cabo. 

-¿En dónde estabas cuando te llegó la carta?- preguntó Naruto con un atisbo de esperanza refulgiendo en su mirada. Sabía que Sasuke se esmeraba por hacerle recordar quién era, pero le costaba siquiera tomar un punto de referencia donde apareciera él en sus recuerdos. 

Lentamente, Sasuke se limitó a extender el brazo y, con el dedo índice, limpió los restos de hollín impregnados en los pómulos del rubio. Este cerró los ojos al ver venir un fuerte estremecimiento en su cuerpo. De alguna extraña manera, le agradaba que Sasuke lo tocara, aunque solo fuera para trivialidades. Aun así, Naruto se daba cuenta de que solo eran pretextos para acariciarlo sin que el orgullo del Uchiha se pusiera en juego cuando le preguntara la razón de sus acciones.

¿Realmente estaba bien lo que hacían?

-Sasuke...¿Sientes algo por mi más allá de la amistad?

La pregunta lo tomó totalmente desprevenido. Sasuke arqueó una ceja, sin poder concebir que el Uzumaki supiera algo al respecto. Lo cierto era que cualquier sentimiento proclamado hacia él, había muerto en los últimos años. Los dos debieron rehacer su vida dentro de una sociedad regida por los prejuicios, escrúpulos que los habían orillado a formar una familia a pesar de sus deseos. A partir de ese momento todo había terminado para ellos. Sasuke también había sucumbido a las exigencias por temor a la soledad. Y de forma hilarante, estar sólo era lo único que había hecho en los últimos años. No quería estar cerca de Sakura y pensar en las múltiples mentiras, el engaño que le había profesado y el que hasta ese momento aun sostenía. Y en cuanto a su hija, no estaba en condiciones para dirigirse a ella sin sentir culpa por su distanciamiento. 

Hasta que me recuerdes. Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora