so ⇢ 𝒚𝒆𝒐𝒏𝒃𝒊𝒏

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Capítulo 3: Heartbeat

Mientras Soobin avanzaba a través del tráfico en un taxi con su madre, Yeonjun apresuraba el paso recién saliendo de la florería. En sus manos llevaba un gran ramo de claveles y también ilusiones, flores que escogió para la mesa que le daría a Soobin. Planeaba llegar antes que ellos para tener todo en su lugar, pero se había quedado dormido y además tuvo un ligero percance con Taehyun. No quería atrasarse y hacer todo frente a sus invitados, así que sus piernas se movían rápidamente por las calles, esquivando a todo mundo.

Se detuvo ante un semáforo en rojo con la respiración agitada. Aprovechó para verificar que las flores estuvieran bien aún y, en esa misión, sus ojos se enfocaron en la colorida pulsera que danzaba sobre su muñeca. Ese hermoso accesorio que Soobin había tejido frente a él. Sonrió y evocó la conversación nocturna que, a pesar de ser corta, había hecho muy feliz a Yeonjun antes de caer dormido. Inmediatamente a su memoria vino el mensaje que el menor había enviado, donde decía que su pulsera era mucho más bonita que la de él y también recordó que jamás lo había corregido. ¡Eso era una total mentira! La que él había hecho tenía un par de colores básicos, letras que combinaban con los hilos y dijes pequeños, pero la que había hecho Soobin... Era simplemente una obra de arte. Era un tejido diferente, donde se exhibían todos los colores del arcoiris. Se leía en el centro yeonjun, escrito con letras grabadas en perlas y tonos pasteles. Era hermosa y de tan cansado que estaba no fue capaz de hacérselo saber. Cuando abandonó sus pensamientos, notó que ya había gente cruzando la calle y se apresuró a avanzar él también, retomando la caminata rápida ya más cerca del trabajo.

En el resto del camino, su cabeza sólo reproducía la tarde del día anterior, donde Soobin se hallaba sentado frente a él, frunciendo el ceño concentrado siguiendo el vídeo tutorial de cómo hacer una pulsera. Estaba tan tentado a tomarle una foto en ese momento, sin embargo, pensó que era demasiado pronto para guardar fotografías de él despistado. Ahora le parecía ridículo ese pensamiento, pues a tres días de conocerse ya habían tenido una cita, ya habían estado cerca, ya habían tomado sus manos, ya habían intercambiado números y estaba apunto de conocer a su madre.

Demonios, debí tomar la foto.

Un poco molesto consigo mismo, abrió la puerta del local, donde recién empezando la tarde ya sólo sobraban dos mesas en el interior. Mientras él se dirigía apresurado a la cocina en busca de un florero delicado, el taxi daba una última vuelta antes de estacionarse frente a la heladería Delicious Hit.

— ¿Cómo encontraste este lugar, cariño? Queda bastante lejos de casa. — ¿Qué se suponía que debía responder a eso? Ni siquiera él recordaba cómo había llegado hasta ahí.

— Después de salir de la academia, tenía mucha hambre y...–

— Tu academia tampoco queda muy cerca. — interrumpió su madre.

¿Cómo demonios llegué?

— Sí, bueno, la verdad no lo recuerdo. Yo sólo vine y tenían un muy rico helado de vainilla. El local es muy bonito también y, mamá, hay alguien que definitivamente te gustará.