so ⇢ 𝒚𝒆𝒐𝒏𝒃𝒊𝒏

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choi's family

Estaba nervioso. Incontrolablemente nervioso. Probablemente, incluso más nervioso de lo que estuvo al dar el exámen universitario, o cuando conoció a toda la familia de Soobin.

No, nada superaría a sus nervios de ese día, pero eso no quitaba que ya iba por el tercer intento de abrocharse la camisa, siempre intercambiando botones, saltándose algunos o cualquier problema posible. Era culpa de sus manos, tan temblorosas que con suerte le habían permitido ajustarse el cinturón.

— Junnie, ¿estás listo? — a pesar de haberse sorprendido al punto de pegar un pequeño saltito, no le miró, demasiado ocupado luchando contra unos pequeños botones como para distraerse con la bonita cara de su novio.

— Ya casi. — prefirió mentir. No podía permitirse mostrarle a Soobin lo nervioso que estaba, incluso si sus manos temblaban visiblemente. No iba a dejar que una camisa le quitara el puesto de señor calma en la relación, claro que no. Sin embargo, era difícil, horriblemente difícil cuando el castañito lo miraba con entretención, como si saberse perdedor ante unos insignificantes botones no fuera suficiente humillación.

— ¿Necesitas ayuda? — y justo lo que no quería oír, lo escuchó. Su voz intentando retener la risa, soltando esas palabras hacia él... Era demasiado doloroso de soportar.

No pasaron ni diez segundos que le estaba lloriqueando, pidiéndole por favor a su menor que le echara una mano para cerrar de una vez por todas la camisa infernal. Soobin sonrió con ternura, aún apoyado en el marco de la puerta y se acercó, no tardando en apartar sus manos de la tela, reemplazándolas por las propias y abrochando con cuidado cada botón que el mayor falló. — ¿Has pensado en qué quieres que sea? — el castaño levantó una ceja, sin mirarlo en realidad, sólo mostrando su reacción involuntaria a la pregunta.

— Sólo espero que esté bien. ¿Tú no?

— Claro que sí, pero... ¿No tienes un deseo? — Soobin pareció pensarselo un segundo, soltando un poco la corbata de su pareja a la vez que aflojaba el cuello para quitarle un poco de formalidad.

— No lo sé, en realidad.

— Yo tampoco. — el menor sonrió. La ternura era demasiada, su corazón no podía tolerar más esa imagen de su Yeonjunnie jugando con sus deditos en una muestra de nervios incontenibles mientras trataba de ocultárselos haciendo preguntas tan... Nerviosas.

— Junnie. — tomó sus manos y las juntó frente a su pecho, sonriendo con toda la tranquilidad que sabía al mayor le faltaba. — No tienes porqué estar tan nervioso.

— ¿Y si no le caemos bien? ¿Y si no le caigo bien? — Soobin negó.

— Por favor, ¿cómo podrías caerle mal? No importa, de todos modos serás su papi. Te amará con el tiempo.