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Capítulo 7: Magic Island

Caminaba por la calle a un paso tranquilo, relajado a las primeras horas de la mañana

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Caminaba por la calle a un paso tranquilo, relajado a las primeras horas de la mañana. Los relojes marcaban precisamente las ocho y treinta y dos, mientras la brisa mañanera propia de la época le provocaba estremecimientos. Atinó a abrazarse a sí mismo, buscando imitar el calor que hace varias semanas ya no recibía.

El largo abrigo seguía el movimiento del viento, el frío recorriéndolo por dentro, colándose por entre la tela hasta sus huesos. En días así, lo extrañaba más de lo que le gustaba permitirse.

Odiaba extrañarlo, odiaba el hecho de haberse vuelto dependiente de una persona con un par de meses de haberla conocido. Y se atrevía a decir meses, como si hubieran sido muchos.

No podía evitar que la culpabilidad destrozara su corazón. No había día en que no recordara aquella salida y todo lo que vino después. No había mañana en que no se despertara y sintiera unas malditas ganas de llorar por haberle permitido decidir en medio de una, muy obvia, crisis.

No lo suficientemente obvia en el momento, al parecer.

Al abrir los ojos sólo podía recordar los ajenos, llenos de lágrimas que le suplicaban por abrazos y cariños mientras sus labios le ordenaban irse y olvidar su existencia, borrar de la historia los tiempos donde sus nombres coincidieran. Y con el dolor de su alma, hizo caso.

Ignoró la heladería, aunque inconscientemente se volvió parte de su camino del día a día, pasando a diario por el exterior y observando si se encontraba.
Un par de semanas después logró verlo, ya sin nada que restringiera sus movimientos y sonrió, pues una parte de él sabía que ahora estaba bien, que ya había mejorado y esas eran buenas noticias, aunque no hubiera tenido la oportunidad de celebrarlas a su lado.

Las personas lo observaban como si estuviera loco y se lamentaban que un muchacho tan joven ya tuviera problemas mentales. Y es que no era normal, no era cotidiano ver a un muchacho reír de la nada mientras caminaba solo, mirando únicamente sus pasos. Mas la realidad era que su mente se encargaba de recordarle lo ingenuo y estúpido que fue al formar planes tan rosas, tan de ensueño cuando era obvio que todo saldría mal. Ahora le parecía lógico cada hecho y sentía chistosos sus pensamientos antiguos. ¿Que podría resistir sin bailar casi un mes? ¿Que él no lo abandonaría de nuevo? ¡Pero si fue lo primero que hizo!

Reía a carcajadas con su propio pensamiento, un fuerte dolor tomando su pecho. Y él sabía que esa punzante y horrible sensación no era causada por la falta de aire después de una buena risotada, no... Todo era a causa de sus malas decisiones y lo mucho que extrañaba a Yeonjun.

Estaba seguro de que sus huesos se estaban congelando y que su sangre ya transportaba pequeños cubos de hielo, pues aún al lado del fuego el calor ya no era cálido. Había perdido todo efecto después de dejarlo ahí, en su cama hundiéndose en lágrimas.

so ⇢ 𝒚𝒆𝒐𝒏𝒃𝒊𝒏Where stories live. Discover now