Capítulo Veintitrés

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No respondo lo rápido que quieren ni mi padre ni James, porque sería demasiado fácil si lo hiciera y muy aburrido

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No respondo lo rápido que quieren ni mi padre ni James, porque sería demasiado fácil si lo hiciera y muy aburrido.

Me lo tomo con calma, bebo un largo trago del vino que ha traído James, saboreándolo y disfrutando de sus matices dulces y afrutados mientras observo la situación. Sé de uno que se está poniendo un poco nervioso y me encanta.

—Mireia, cariño, deberías responder —me apremia mi padre, cortando mi juego, sabe lo que estoy haciendo—. Ya he dicho que no me gusta ser tu excusa.

—No eres mi excusa, papá.

—¿Entonces?

—Te lo he preguntado como una trabajadora más, no como tu hija, quizá no puedes darme vacaciones o...

No voy a mentir, cuando he mencionado lo del permiso esperaba que mi padre lo pusiera un poco más complicado, que hiciera sufrir un poco a James, porque es lo que ha hecho siempre, no solo conmigo, también con Pau cuando le ha pedido algo importante. No obstante, no ha caído en mi juego, ni me ha querido ayudar porque ha calado mis intenciones desde un primer momento.

¿Por qué en esto tiene que haberme calado tan rápido? No me ayuda para nada.

—Si te preocupa mi opinión como director del hospital, puedes estar tranquila, te daré días libres para que puedas ir a la boda —asegura con mucha calma—, si así lo quieres, claro. Tampoco quiero que te sientas obligada...

Ahora es James el que me aprieta la mano para que lo mire, está sonriendo, también se está divirtiendo a mi costa. ¿Es que se ha aliado con mi padre sin que yo lo sepa? Y si es así, ¿cuándo ha ocurrido?, ¿cómo no me he dado cuenta?

—¿Y bien, Mireia? —pregunta con una ceja alzada y escucho una carcajada de Pau mal disimulada—. ¿Quieres venir a la boda de Sebastian conmigo?

No me gusta por dónde está yendo esto, no quiero hablar de ello delante de mis padres, y menos delante de mi hermano.

Además, ya lo habíamos hablado, ¿para qué me lo pregunta delante de mi familia?

—Sabes la respuesta a eso, no me hagas repetirlo —hablo en un tono un poco más bajo.

—Pero yo no la sé —se mofa Pau y ya ni intenta que no se note que se está riendo—. ¿Será un sí? ¿Será un no? Viniendo de mi hermana nunca se sabe...

—No te importa —contesto de forma seca, enfocándome en mi padre—. En el caso que sea que sí, papá, ¿tengo permiso?

Él asiente y con eso ya tengo la respuesta que necesito, por lo que derivo de forma más que deliberada la conversación en algo que sé que no se me va a salir de las manos, que voy a tener el control y ni mi hermano o mi padre van a poder chincharme. Menciono los lugares a los que había llevado a James la primera vez que había estado en Barcelona y mi madre me ayuda, le pregunta si la ciudad le gusta y su opinión.

La verdad tras su sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora