Capítulo Seis

37.8K 3.1K 872
                                    


Cuando me reúno de nuevo con Sebastian, no puedo dejar de darle vueltas a cómo ha ido mi quedada con Mireia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando me reúno de nuevo con Sebastian, no puedo dejar de darle vueltas a cómo ha ido mi quedada con Mireia.

Es, sin duda alguna, una mujer muy lista e independiente, me he dado cuenta de ello con la conversación que hemos tenido.

Y eso me fascina.

Por no hablar de lo segura de sí misma que parecía en todo momento, la soltura con la que hablaba y lo divertida que es.

Creo que en lugar de saciar mi curiosidad, ha aumentado. Necesito saber más de ella, conocerla un poco mejor y saber qué es lo que oculta tras esos ojos que me han fascinado sin pretenderlo.

En el tiempo que hemos estado juntos, aún no he podido decidirme sobre qué color tienen.

Mi mejor amigo espera a que hable yo primero, que sea el que empiece a contarle cómo ha ido, pero no lo hago, permanezco en silencio.

No es que no sepa qué decir, es solo que sé que es muy impaciente y se debe estar subiendo por las paredes al ver que sigo callado.

—¿Y bien? —exige Sebastian, alza una ceja y me examina fijamente observando mi rostro—. Dime que has dejado de comportarte como un tonto con ella, que has mostrado lo genial que eres.

Se ríe y noto lo que está disfrutando al burlarse de mí. No sé ni por qué me sorprendo.

—Valoro la gran confianza que tienes en mí... —protesto y me froto la frente con una mano en un gesto nervioso—. Sé que podía contar contigo.

—Eso es que no, si no hubiera respondido de inmediato. —Él empieza a reírse y yo quiero matarlo. Es el que tiene el control de la conversación—. Me encanta verte así, ¿sabes?

—Sí, lo llevas diciendo desde ayer. Por no mencionar que te encanta divertirte a mi costa... —murmuro y con una mirada nos entendemos, vamos a volver a mi apartamento, ya no hay razones para quedarnos por la calle, por lo que empezamos a andar—. No sé qué me pasa con ella.

—Yo sí, que te sientes intimidado y te atrae físicamente —contesta con mucha calma—. Tienes un flechazo. Lo hablamos ayer, creía que había quedado todo muy claro.

Sí, lo habíamos hecho, pero al haber tenido una conversación a solas con Mireia me ha hecho ver las cosas un poco diferente.

O mejor dicho, no se me ha ido el flechazo, todo lo contrario.

—Sí, tienes razón —admito, no me sirve de nada ocultarle verdad—. Es una mujer muy interesante. Mucho.

—¿Habéis vuelto a quedar? —pregunta mostrando mucho interés.

Ya no está usando ese tono jocoso que le caracteriza, se está preocupando por mí. Este es el verdadero Sebastian, por el que me he quedado en Suecia, el que después de mofarse un poco de mí se pone serio para saber lo que pienso.

La verdad tras su sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora