XI. de amor,

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¿Qué más podría decir?

Las palabras ya no bastaban para decir qué tanto impacto había en mí tras las inesperadas confesiones.

Me arrebataron parte de mí.

Soonyoung estuvo mal todo este tiempo, desde el día en que lo conocí, él ya no estaba tan bien como solía aparentar, o eso es lo que sus padres y hermana me explicaron.

Tuvo problemas similares cuando más pequeño, pero fue tratado a tiempo. Lo contrario a la actualidad, según sus padres, su enfermedad avanzó tan rápido que al hablarlo con los profesionales, con franqueza le dijeron la probabilidad de salir de esto, lo cual resultó ser solo un cuarenta y cinco por ciento. Por lo tanto, la decisión tenía que ser tomada lo antes posible.

Y Soonyoung, decidió no continuar.

Fue tan impredecible, así como su llegada a mi vida.

Aparentemente, no quería preocupar a sus padres, tampoco que gastaran más en él, o eso es lo que ellos me contaron. No sabía cuánta verdad habría en aquellas palabras y sería muy atrevido de mi parte cuestionarles mucho más. Menos en estos momentos.

Soonyoung perdía fuerzas con cada día que pasaba. Los dos meses que se ausentó en aquella estación, fueron como una montaña rusa para su familia, así lo describió Hana mientras estábamos sentados a un lado de él.

Náuseas, fiebres, perdía el equilibrio o la fuerza para estar de pie, falta de apetito, algunas veces estaba eufórico, suplicando por salir; otros días solo se quedaba en silencio frente a ellos y así hasta que ni una sonrisa en sus labios logró ocultar el dolor que sentía.

Ahora, sobrevivía gracias a los sedantes, pero según su madre, hacía varios días que ya no lo sentía. Al principio, no logré entender a qué se refería, pero al verle sostener la delgada y frágil mano de Soonyoung, me imaginé que era algo emocional, casi similar a lo que yo vivía cuando hablaba con él durante esas tardes en la estación.

Me sentí bastante egoísta por haber llegado a creer que la razón de su ausencia era algo más. El alma me dolía con verlo ahí, recostado, respirando con dificultad, sin poder decir o hacer algo que notificara cómo se encontraba.

En tan solo dos meses, había perdido demasiado peso y su piel cada vez era más pálida. Honestamente, no lo podía creer. Tal vez frente a los padres de él, intentaba mostrarme como un ser fuerte, pero al llegar a casa me echaba a llorar hasta sentir que perdería la consciencia a causa del sufrimiento.

Desde el día en que Hana me llevó por primera vez al hospital, mi rutina cambió. No iba directo a la estación, ya no más, mi destino ahora esa gran habitación de paredes blancas y ambiente tenso. Iba a visitarle.

Solo quería estar junto a él.

El tiempo que fuese necesario.

A veces me encontraba con toda su familia dentro de la habitación, otras ocasiones solo a alguno de ellos en compañía de algún enfermero o en solitario. Casi no hablábamos, solo nos manteníamos en silencio, esperando reacción de Soonyoung, pero la mayor parte del tiempo, no había nada nuevo, más que pequeños movimientos.

Era desgastante.

Sus padres nunca me preguntaron cuál era mi relación con él, me aceptaron sin cuestionar. De hecho, hasta ofrecieron que asistiera con ellos a las terapias que dentro del hospital brindaban para apoyar durante el proceso, sin embargo, no acepté.

Realmente no quería hablar con nadie sobre cómo me sentía, no por ahora.

De esa forma, los días avanzaron con lentitud. Entre más pasaba el tiempo, la convivencia entre su familia y yo, mejoraba. La madre de Soonyoung solía notificarme por móvil cómo se encontraba durante las mañanas o noches, Hana en ocasiones iba por las tardes a buscarme a la universidad, su padre me contaba historias sobre él durante sus años llenos de energía. Quizá de no ser por ellos, el impacto sería más fuerte de lo que ya lo era.

Porque cuando llegaba a casa, esa sensación de melancolía se apoderaba de mis sentidos y me hundía un poco más.

Porque Soonyoung se volvió mi perdición, llevándose consigo este amor que nunca pudo ser más que un sueño y anhelo desde lo más profundo de mi alma y corazón.

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Los días avanzaron hasta que la pequeña chispa de esperanza se perdió en el abismo de mis emociones.

Fue en la primera semana de marzo, aún no llegaba primavera, pero el frío ya se despedía de nosotros y así...

arrastró la luz de aquel muchacho que recordaba por sus sinceras sonrisas.

Se lo llevó sin más, dejando un hueco no solo en mí, si no también en su familia.

La noticia cayó sobre mí como un balde de agua helada. Al llegar al hospital, creí que lloraría junto a su familia, pero fui el único que no pudo derramar lágrimas. Me encontré en un estado de shock que no me permitía siquiera gesticular una palabra. Amargo. Todo era amargo.

Los vientos de marzo se llevaron al primer amor que tuve dentro de esa ciudad.

Quizá esa sonrisa, esa actitud, esa presencia que solo él poseía, había cautivado a otros seres del más allá. Tal vez se habían enamorado con locura de él, así como yo lo hice. Puede que ese haya sido el motivo de que un alma tan joven, se nos arrebatara.

Ya no estaba aquí. Ya no más.

Durante la noche de su partida, no hice más que abrazar mis piernas sobre el sofá, mientras sostenía con fuerzas esa diminuta nota que había dejado sobre la mesa.

Ese jueves que tanto esperé, no llegó.

Un jueves maldito.

Aquel jueves en que perdí la presencia del chico que pintó nuevos colores en mi grisáceo y solitario mundo.

Lo recordaría como la fecha en que, Soonyoung no cumplió su palabra, pero no por su culpa, sino porque la vida a veces podía ser así de desdichada.

Tal vez, fue el precio a pagar por este amor tan profundo que sentí al conocerlo, el que crecía cada vez más, hasta hacerme creer que podría continuar amando con libertad por toda la eternidad.

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hola,,
disculpen por la tardanza, siento publicar hasta hoy.

les dejo aquí, uno de los últimos capítulos de esta corta historia u u.

espero se encuentren bien, cuídense mucho♡.

Liebesträume ; soonhao Where stories live. Discover now