Esdesth y los dioses perdidos [En curso]

Capítulo 13

Capítulo XIII
El verdadera razón
bajo
la nieve

El guardián ladeo la cabeza sobre la fría superficie para adormecer el palpitante dolor.
Dejar ir a la joven no había sido, ni sería nunca, expuesto entre sus actos de mayor sensatez.

Sabía que el antiguo guardián, habría hecho algo más digno de las leyendas que se contaban en su nombre.
Algo más heroico, digno de aparecer en un relato.
No se escriben cosas acerca de los cobardes.

Ciertamente resultaba decadente, incluso para sí mismo, el estar comparandose con una imagen de sí mismo que había ido hacia mucho.
No se puede perseguir nuestros propias fantasmas toda la vida.

De sus manos arrancó los guantes de crochet, y contempló su piel envejecida por el espíritu airoso de los hijos de la tierra. Había sido inevitable no envejecer al quedarse. Envejecer, cambiar, evolucionar.

De la manera que quisiera llamarlo, estaba haciéndose notorio los años que habían pasado desde que se había expulsado a sí mismo de su antigua vida, aquella añorada y que le hacía despertar en mitad de un sueño creyendo que podría alcanzarla con las yemas de los dedos.

Aveces se comete la falla de compararse a uno mismo con quien se ha sido, cuando se está añorando tanto un ayer.
Al menos para quien ha sido feliz en otro sitio, en algún otro tiempo, conoce perfectamente esta sensación.
Cuando se adapta una vida como tal es de no encontrarse suspirando en un momento de intimidad, comiéndose el coco con una misma oración similar a: "De haber sido como antes, jamás habría concedido un acto como este"

A menudo el guardián, Se contemplaba en silencio de esta manera.
En ocasiones, sí, es inevitable no extrañar lo que se ha amado y contemplado con divina admiración, tanto como lo es olvidar.
Olvidar es una virtud que un ser con alma y mente no puede permitirse.
Olvidar es un privilegio.
El cerebro nada más, es una de las peores enemigos cuando se procura mentirse a uno mismo.
Pues ante todo, afirmara que lo que se asegura es una mentira cometida en plena consciencia.
Y el corazón, ni hablar de este, el cual conoce mejor su lugar que la mismísima cabeza.

Así que si, le era inadmisible, ante los valores morales del universo, ante sus valores de guardián, haberse permitido perder a Samantha.

Mientras la nieve no hacía más que precipitarse a su rostro, hacer algo mejor, fue lo que deseo.
Pero ¿no tenía, en todo caso, el ser humano derecho a decaer, convertirse en polvo y en una abominación? pensó, evitando la culpa.

Por supuesto, que sí, Se respondió.
Todo el mundo tenía derecho a marcharse, sin tener que ser perseguido.

De repente sintió comi algo filoso amenazó por perforarle la espalda.
Era la punta de la pala, que habia quedado apuntado hacia su cuerpo.

Con un movimiento ligero expulsó la pala, que estaba apuntando hacia sus costillas.
La nieve cayó y era una tarde perfecta para pensar en lo grandioso que sería hacer algo más de lo que uno cree que es capaz.
Era un buen momento para volver a ser...
No.
Yestaba decidido, culminó callando sus pensamientos.