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Ty Lee derribó al siguiente maestro fuego con algunos golpes rápidos entre las placas de la armadura. Azula notó que tendría que conseguir que alguien rediseñara la armadura para los soldados, una vez que ella fuera la Señora del Fuego. 

No había muchas personas con habilidades para bloquear el chi, pero había algunas, y Azula quería que su ejército estuviera lo mejor protegido posible. También necesitaban estar mejor entrenados, decidió, mientras Katara sacaba al tercero con su látigo de agua.

Unos simples niños no deberían poder derrotar a las fuerzas de la Nación del Fuego. Katara ni siquiera tenía un maestro, por el amor de los espíritus. Todo lo que tenía era un pergamino con algunas formas de Agua Control, y las fuerzas de la Nación del Fuego no podían vencerla. Fue patético. Si.

Ella derrotaría a su propia nación y luego la haría resurgir de las cenizas, mejor que antes. Pero eso vendría después porque por hora, había que atender la presión de la batalla.

Pasaron junto a los soldados y continuaron afuera. Azula miró el ataque críticamente. Había varios soldados, pero no tantos como ella habría enviado si hubiera planeado ese ataque.

   —Están tras el Avatar —Exclamó ella—. Deberíamos irnos.

   —No podemos simplemente dejar el templo sin protección, —Puntuó Aang—. Este templo es todo lo que queda de mi gente. Y la gente que vive aquí también necesita nuestra protección. Es nuestra culpa que estén siendo atacados.

Azula suspiró.

   —Bien, —dijo ya resignada—. Eliminaremos la mayor parte de esta invasión y luego nos iremos. Todas las fuerzas restantes nos seguirán lejos de tu precioso templo. —Aang asintió.

Era la primera vez que lo veía ponerse serio. Aang abrió su planeador y descendió en picado por la montaña, derribando a los soldados en caídas casi letales. Katara se apresuró a avanzar también, derribando a varios soldados con una ola de agua. El bumerán de Sokka los siguió de cerca, golpeando a un soldado en la cabeza y desorientándolo el tiempo suficiente para que Sokka hiciera un buen intento de ataque.

Azula trató de determinar dónde sería mejor invertir sus esfuerzos. Ty Lee por su parte flotaba cerca de ella, claramente no estaba dispuesta a dejar a Azula sola.

   —Ve a ayudarlos, —Pidió Azula—. Voy a ver si puedo bloquear la ruta, para que no más soldados puedan seguirlos. —Ty Lee asintió y se lanzó a la refriega. Azula se acercó al borde del suelo, con vistas a la sinuosa ruta hacia la cima de la montaña. Había más soldados en camino lo cual haría que esta batalla tomara más tiempo, y Azula no quería perder más tiempo en ese lugar del que ya habían desperdiciado.

Inspiró y expiró, y apuntó una destructiva ola de fuego al camino debajo de ella. Probablemente podría romper la piedra debajo de ella lo suficiente como para impedir el paso de los soldados, para detenerlos por completo. En esa fracción de segundo ella no estaba completamente consciente de su entorno.

No se dio cuenta de que alguien se acercaba detrás de ella. No se dio cuenta de que algo andaba mal hasta que de repente alguien le produjo un empujón y perdió el equilibrio. Azula cayó. Si caer con la ayuda de un planeador era malo, no era nada comparado con caer sin uno. Su estómago dio un vuelco molesto cuando se deslizó por el borde del piso del templo, hacia una caída que seguramente la mataría.

La Heredera | Yuri | TyzulaWhere stories live. Discover now