20

610 65 14
                                    

Ya habían pasado dos días desde el fallecimiento del oficial Leopoldo, dos días en lo que Horacio y Gustabo no habían tenido mayor contacto entre ellos que mensajes y llamadas. El primer día fue bastante incómodo tanto para el comisario, como para el humano; habían despertado abrazados el uno al otro y, aunque a Volkov le hubiera encantado tenerle más tiempo entre sus brazos, Horacio se había alejado de él como si tuviera lepra. El ruso se había negado a soltarle en toda la noche, pero cuando observó que amanecía si que lo intentó, siendo atrapado por el brazo y una pierna del menor, quien se aferró a él en una llave que no quiso deshacer. Al principio un sentimiento amargo lo recorrió, creyendo que al menor realmente le desagradaba; sin embargo, el rubor en sus mejillas casi logró arrancarle una sonrisa pero, especialmente, instaló una pequeña llama de esperanza en su pecho.

Mientras el comisario pasaba el día en el trabajo, el peliazul se sintió morir de aburrimiento. Solía ser alguien que se aburría con facilidad, por lo mismo no era muy fan de quedarse en casa durante el día, prefiriendo mantener la mente ocupada; sin embargo, no estaba en posición para quejarse por aquel encierro, al final era por el bien de él y su hermano. No tardó en llamar al rubio pero, para su sorpresa, le saltó la contestadora. Gruñendo, optó por quedarse en la sala e intentar ver algo en la tv para distraerse. 

Las películas de terror fueron descartadas desde el principio, esperando encontrar una buena comedia romántica que le hiciera perder la noción del tiempo. Mientras paseaba la mirada por el catálogo de netflix, no pudo evitar sorprenderse al ver que el mayor tenía un anime ya empezado y no solo ese, sino varios. 

- No me jodas que el ruso es otaku... -Murmuró el menor, dejando escapar una sonora carcajada. 

Fue inevitable sentirse algo enternecido, debajo de toda esa capa de hielo estaba un hombre de casi dos metros que amaba los monitos chinos, demasiado encantador. Mordiendo suavemente su labio inferior, se debatió por unos segundos sus opciones, pero al final el último anime visto por el de pelo gris, fue su elección. 

Volkov le había dicho que regresaría durante la  tarde para traerle algo de comida y verificar que se encuentre en perfecto estado, pero nada más haber acabado el primer capítulo, dejó de prestarle atención a su entorno. No tenía idea de que significaba el título, pero esos titanes come humanos habían logrado robarle la atención desde el inicio. No tomó en cuenta ni cuando, horas después, la puerta se abrió y el sonido de las llaves anunciaban el retorno del mayor. 

Viktor Volkov se esperó de todo, cualquier cosa, pero ni por asomó pensó que se encontraría con Horacio desparramado en su sofá, observando Shingeki no kyojin, abrazado a una de sus almohadas. La calidez que invadió su pecho ante tan tierna escena logró arrancarle una sonrisa al arisco ruso que, aclarando su garganta, anunció su llegada mientras cerraba la puerta. 

- Privet, Horacio. -Saludó el de la mirada gris, ocultando una sonrisa al ver como el humano se ponía nervioso al verle de regreso. 

- C-comisario, buenas tardes. -Respondió.

Joder, que ya eran casi las dos de la tarde y él no lo había notado. Se sintió como un niño pillado en medio de una travesura, pero no se arrepentía de nada, esa cosa estaba más interesante de lo que pensaba. Se puso en pie, estirándose un tanto para quitar la pereza de su cuerpo caribeño y se encaminó al mesón de la cocina donde el vampiro dejaba algunas bolsas, atraído por el olor. 

- ¿Comida china? -Cuestionó curioso, resistiendo el impulso de buscar en las bolsas hasta que el mayor le diera permiso. 

- Gustabo dijo que le gustaba mucho. -Comentó Volkov, sacando algunos vegetales de la bolsas y guardándolos en la nevera. - Como me pidió en la mañana, pase por el mercado para comprar comida. 

¿Presa o Cazador?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora