La esposa del Diablo: Infierno [ 1 ]

[ D O C E ]

[ Capítulo 12 ]

TITULADO
CÓMPLICES

Ian

La verdad acerca de mi vida es que no era tan mala, pero estaba lejos de ser buena y con la llegada de Caroline todos mis planes cambiaron. Mi cabeza era un desastre y eso no era propio de mí, no lo fue antes y ahora que estoy distraído con ella, lo es.

Lo cual complica las cosas.

—¿Y esa cara? —mi mejor amigo me pregunta y no sé qué responder—. ¿Ahora qué te pasó? Cuéntale al tío Mike. —ríe y sonrió pero esta no me llega hasta los ojos.

Hay tantas preocupaciones que tengo encima, la principal el robo que le estaban haciendo a la empresa y la otra es Caroline. Y si me enfoco en la segunda, que es más que nada mi prioridad, debía de admitir que no me gustaba que mi chica que estuviera metiéndose en los asuntos de Charles.

Mi primo tenía enemigos aunque estos ni se vieran y era algo que no me gustaba, porque...

—Te estoy hablando, tarado. ¿Seguro qué estás bien?

—Todo está bien, yo estoy bien. —respondo serio—. Solo estoy estresado con todo lo que está pasando. Aunque sé que no debería pero me es inevitable no hacerlo sabiendo que Caroline está cerca de todo el drama de la familia y de la empresa. —suspiro y me recuesto en el sillón—. Para ser honesto, me preocupa que este cerca de Charles.

—Exactamente, ¿por qué?

—Porque es Charles. —respondo—. Y hasta hace unas semanas atrás, él juraba que iba a sacarla de mi vida y de la de todos los Carson. Quiero y respeto a mi primo, pero no confío en él estando tan cerca de mí chica. La gente con poder, dice mentiras poderosas. Mi padre me lo enseñó.

Mi padre... « Un ser asqueroso ».

Lukasha Carson, el hijo de perra más tramposo y mentiroso de nuestra familia. El mayor de los tres hijos de mi abuelo y mi querido padre, un ser humano horrible y un padre mucho peor todavía. Es a la clase de hombre a la cual no le confías nada, ni siquiera tu vida aunque seas de su familia.

Aunque de todos, parecía ser el único que notaba eso.

—¿Crees que Charles intente algo contra ella?

—No lo sé. —soy honesto y me reincorporo viendo la hora en mi teléfono. No tengo ninguna llamada perdida, ni un mensaje de nadie—. Debo irme, tengo que tomar un vuelo a San Diego. Hay cosas que debo hablar con Charles y que no se pueden decir a través de un teléfono.