[ D I E C I S É I S ]

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[ Capítulo 16 ]

TITULADO
DOLOR, TRAICIÓN Y ALGO MÁS

TITULADODOLOR, TRAICIÓN Y ALGO MÁS

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Narrador omnisciente

La vida siempre tiene formas bastantes complejas y crueles de demostrarnos que no se puede confiar en nadie. Y de que las traiciones vienen de los más cercanos, de aquellos a los cuales llamamos "amigos" o "familia".

A veces son ellos los que más daño hacen que cualquier otra persona. Charles era consciente de ello, por eso incluso todos los años que juró proteger a su familia sabía que algún día debía dejarlos atrás si estos lo traicionaban de alguna manera justo como Ian había hecho.

Saber que su primo lo había traicionado había sido un golpe bajo en mucha formas, mismas de las cuales se las pudo esperar de cualquier pero no de él. Pero pasó. Fue Ian quién lo traicionó, así como fue quién vendió información confidencial de la empresa y que era un delito grave, al igual que se había juntado con uno de sus enemigos en cuanto a nivel de competencia empresarial: Los Richards.

Pero Charleston sabía que Ian había vendido a los Carson por venganza, no por estrategia. Dinero no le hacía falta, fama tampoco y eso era tan obvio para el pelinegro que miraba con rabia la computadora de su oficia una vez más viendo todo lo que le habían informado y probado acerca de él.

Esto ya no solo era por Caroline, todo ese desastre lo hacía por otras razones.

Ian Carson Black fue el mejor de los tres en ser discreto en todo, al igual que siendo él más astuto para mover su fichas pero a Charles nadie lo vencía, por eso apenas empezó a sospechar de él, solo basto de un descuido de los imbéciles que trabajaban para Ian para saberlo todo.

Y aunque sabía que había sido él, no lo llevaría a la cárcel, su sangre era algo que respetaba e incluso cuando Ian hizo aquello. Él no le haría eso pero tomaría cartas en el asunto a su manera. Justo como siempre había hecho. De forma que lo lastimará lo suficiente pero sin tener que mancharse de sangre que no quería tocar.

El pelinegro se levantó de la silla y se dio la vuelta para mirar la vista que Manhattan le ofrecía esa madrugada. La ciudad que nunca duerme, así como él tampoco. Dormir significa verla a ella y recordar que por más doloroso que fuera, no era de ella y con el alcohol fuera de sus sistema pensaba que probablemente estaba apostando por algo muy alto.

Había tratado de conciliar el sueño en la casa de su abuelo, que era donde todos vivían pero el saber que también ahí residía su primo a unas cuantas habitaciones de él no pudo tolerarlo y se terminó saliendo de ese lugar con la rabia hasta la cabeza y la cólera metida en su sistema.

Terminó en su oficina, no tenía otro lugar a donde ir y aunque tenía uno en mente no podía ir porque no sentía que fuera lo que él haría. Así que prefirió estar solo como siempre. Y encerrado en esas cuatros paredes con aquella botella whisky, entendió que la soledad era probablemente la única cosa que jamás lo traicionaría.

La esposa del Diablo: Infierno [ 1 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora