Capitulo 13

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Shuhua tocó el timbre de la casa de sus padres. Quien abrió fue, irónicamente, su madre.

—¿Shuhua?—La señora Yeh se sorprendió al ver a su hija, que vivía a miles de kilómetros de ella, frente a la puerta de su casa.

Shuhua trató de comportarse lo más neutral posible.

—¡Mamá! ¿Está todo bien?—Shuhua le dio un gran apretón a su madre.

—Lo mismo digo. ¿Por qué no me avisaste que vendrías?—La señora Yeh se encontraba un poco perdida ante la llegada repentina de su hija.

—Tuve un viaje de emergencia. Ya sabes, mi trabajo. Me comprometo demasiado con mis clientes y pues decidí en aceptar esta oferta aquí en Michigan. Aproveché la ocasión para visitarte.—Shuhua trató de sonar lo más neutral posible.

—¿Y San? ¿Vino contigo?—La señora Yeh preguntó por el esposo de su hija. Para ella, era inusual que el le "permitiera" viajar sola.

—San tuvo que quedarse en San José. Últimamente le han estado asignando unos horarios en el trabajo terribles. Es poco el tiempo que interactuamos en casa.—Shuhua justificó la ausencia de su esposo.

La señora Yeh decidió continuar la conversación con su hija en la sala de estar, a quien más tarde se unió su padre.

El señor Yeh se encontraba bastante feliz al ver a su hija, quien hacia casi un año no veía a causa de su mudanza.

Shuhua se instalo en la habitación que solía ser de ella. Sus padres siempre mantenían el lugar impecable, o mejor dicho, las empleadas domesticas a las cuales le pagaban.

La casa de los Yeh siempre había sido bien cuidada. Era una de las familias más aclamadas en el vecindario. De segunda generación, el padre del señor Yeh se habia encargado de mantener una reputación.

Los Yeh siempre habían sido gente culta y trabajadora. La familia de Shuhua se había encargado de mantener ese legado.

Shuhua desempacó sus pertenencias y se comunicó con San, enviándole un mensaje de voz.

"Cariño, acabo de llegar al hospital. Más tarde de llamaré." Shuhua habló, bloqueando su teléfono con rapidez.

...

Rio se dirigió a la tienda de Beth. Al estar tanto tiempo fuera de la ciudad, debía ponerse al tanto de cómo era que su dinero se estaba lavando.

Beth se encontraba atendiendo alguna clientela. Normalmente, Annie se encargaba del recibimiento y asesoramiento de las personas.

Pero, como siempre, no estaba presente.

Beth oyó la campaña de la puerta, avisándole que un cliente había entrado.

—¡Bienvenido! ¿En que le podemos ayudarn el día de hoy?—Beth recibió a quien había entrado.

Mientras se quitaba el delantar, sin percatarse de quien había entrado, Beth recibió a la persona entrante. En cuanto vio a Rio en las instalaciones, detuvo su caminar.

Afortunadamente, no había nadie presente en la tienda.

—No pensé que regresarías hoy. —Beth habló, un tanto extrañada ante la llegada de Rio.

—Mi viaje se extendió un poco, pero por lo que veo, tienes todo bajo control, ¿no?—Rio cuestionó, como si se tratase de una afirmación.

Beth no sabia que responder. Annie ni siquiera estaba cumpliendo con sus deberes en ese momento. Si algo le molestaba a Rio, era ese desorden.

Fatal Affair ©Where stories live. Discover now