Capitulo 2

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Shuhua bebió un poco de jugo de naranja. Repentinamente, su esposo tomo su mano, apretándola levemente.

Shuhua le miró directamente, devolviéndole una sonrisa sincera.

—¿Salmón o filete?—San preguntó, de manera juguetona.

—Dime, por favor, que al llegar no veré un desastre en la cocina.—Shuhua negó, mientras reía.

—¡No!—San respondió, mientras fingía haberse ofendido.—Lo prometo. De hecho, pensaba traer un vino para complementar.—San levantó sus cejas.

Shuhua apretó las mejillas de su esposo.

—Si es así, entonces, tienes mi autorización para usar la cocina.—Shuhua dió algunas palmadas en la mesa.—Pero eso sí, se me antoja un filete a la plancha.—Shuhua respondió a su pregunta.

—Cuando llegues, te esperara un jugoso filete.—San se levantó de la mesa del comedor, dirigiendose hacia su esposa.

San levantó a Shuhua, colocando sus manos sobre su cintura, mientras depositaba un beso en la comisura de sus labios con ternura.

—Te ves hermosa.—San le apareció.—¿Tienes un caso pendiente en el tribunal?—Preguntó San.

—De hecho, estoy trabajando un caso criminal. Voy a la prisión a visitar al acusado.—Shuhua se limitó a hablar del caso.

—Cuidate mucho. Hay de todo en las prisiones de Detroit.—San acarició el rostro de su esposa.

—Ni me lo digas...—Shuhua soltó una risa por lo bajo.—Bueno, me tengo que ir. Se me hace tarde.—Shuhua observó su reloj.

Shuhua se despidió de su esposo, para dirigirse a la prisión estatal de Detroit.

Una vez llegó, el personal de seguridad revisó sus pertenencias, prosiguiendo a ser escaneada para detectar algún tipo de irregularidad.

—Cuando llegué a la mesa, notifique a quien visitará y firme en el registro.—Habló el oficial.

—Claro.—Shuhua asintió, dirigiendose al área de registro.

En el mostrador, se encontraba una oficial.

—Soy la licenciada Yeh Shuhua, abogada de Christopher Mendez. Me gustaría reunirme con él en una sala.—Notificó Shuhua a la oficial.

—Escriba la información correspondiente en el listado.—La oficial le hizo entrega a la licenciada de un registro de entradas a la sala de visitas.

Shuhua prosiguió a seguir a la oficial, quién la llevo a una habitación a parte, con vigilancia en la puerta.

—Espere aquí por el reo.—Respondió la oficial.

Shuhua tomó asiento en una mesa pequeña que había en la habitación, colocando su maletín a un lado. Shuhua se vistió de paciencia, con la meta de poder suplir a su cliente satisfactoriamente.

Al cabo de unos minutos, se escucharon unas cadenas resonar por el pasillo. Aparentemente alguien se acercan a la habitación.

Shuhua se puso de pies, pues sabía que su cliente se aproximaba.

Acompañado de unos oficiales, Christopher Méndez entro a la habitación, con su tan distinguido uniforme naranja.

—Tiene un término de diez minutos, licenciada.—Habló uno de los oficiales.

Los oficiales salieron de la habitación, dejando a Shuhua con su cliente. Shuhua hizo caso omiso a las advertencias del oficial penal.

Estaría junto a su cliente el tiempo que fuese necesario.

—No sabía que me enviarían a una mujer...—El sujeto habló, mientras escaneaba de pies a cabeza a la fémina frente a él.

Shuhua tampoco perdió oportunidad para analizar el perfil de su cliente, quién claramente quería manipularla con sus comentarios.

—¿Hay algún problema con eso, Christopher?—Shuhua respondió, enfrentandolo.

—Rio.—Le corrigió el individuo de forma hostil, mientras se cruzaba de brazos.

Shuhua sonrió ante sus actitudes. Decidió concentrarse en los propósitos de su visita.

—Christopher Méndez.—Habló Shuhua, en un tono retador.—Mi nombre es Yeh Shuhua. Seré su representante legal a partir de hoy. Actualmente, me encuentro ejerciendo funciones el bufete George Schindler L.L.C. y he decidido tomar su caso para la próxima vista.—Se presentó Shuhua.

Rio le miró a los ojos, mientras le devolvía una sonrisa jocosa.

—Un placer.—Rio se puso de pies, mientras le ofrecía a la fémina su mano encadenada.

Shuhua le saludó, sintiendo el frío de sus esposas en su piel.

—Por lo que pude ver en su expediente, el abogado anterior argumentó la existencia de tecnicismos en su arresto—Shuhua habló, pero fue interrumpida por Rio al instante.

—El fiscal está ganando el caso.—Rio fue al grano.—Piensan referirlo a los federales, para que ellos me radiquen otros cargos.—Rio informó a su nueva abogada.

—Es posible preparar algún tipo de defensa, como un segundo plan... Solo necesito más tiempo; una extensión de la vista.—Shuhua respondió, proponiendo una alternativa para asegurar sus argumentos en la corte.

—Licenciada, yo no puedo quedarme más tiempo aquí.—Rio negó, con un temple inexplicable.

Shuhua optó por guardar silencio, escuchándolo pacientemente.

—Usted tiene una labor profesional, y por otro lado...—Rio observó la argolla de matrimonio de la fémina.—Una labor en su hogar junto a su esposo. Sus prioridades están establecidas y si las mismas no son atendidas, habrá una desorganización.—Rio respondió, intentando explicar mejor su sentido de urgencia.— Yo tengo negocios que atender, personas con la cuáles tratar. Son asuntos de los cuales me tengo que ocupar.—Rio ejemplificó, mientras deslizaba sus manos por su cuello tatuado.

—Entiendo que estés desesperado, pero...—Shuhua respondió.

—Haga su trabajo.—Rio interrumpió, en un tono alto.

Shuhua tenía que hablarle con la verdad a su cliente. Las cosas no apuntaban a nada bien.

—Su caso va cuesta abajo.—Shuhua habló con toda sinceridad.—Solo tengo un día para litigar y no le puedo asegurar nada.—Shuhua fue honesta, pues esa era la realidad de la situación.

—Usted pertenece a la mejor firma de abogados en Detroit, cuando mi vista terminé, tendrá asegurada la inversión que hice en su firma. No haga que me decepcione, Yeh Shuhua.—Rio sonó un tanto intimidante.

El reo decidió terminar la reunión.

Shuhua tenía muchos sentimientos encontrados. No sabía que pensar ante la conversación que había tenido con su cliente.  

Un escalofrío recorrió toda su espina dorsal, sus palpitaciones eran veloces.

Él la había amenazado.

Fatal Affair ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora