Memorias

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Jonah tampoco era capaz de hacerlo. Se ha dejado caer en el suelo, su espalda apoyada contra la pared en busca de un muy necesitado sustento. No daba cuenta de las palabras que había leído. No quería reflexionar mucho en ellas, no quería que su impacto le diera de lleno.

Pero era tarde para aquello.

Se clavaron como agujas en él. Rasgaron su piel y se enterraron debajo, envenenándolo. Llenándolo de una ira conocida y un dolor por conocer.

Aun así, no podía dejar de leer. Sostenía el cuaderno con dedos tiesos, acalambrados. Lo estrujaba como si Ava fuera a desvanecerse si dejaba su diario a un costado.

Como si su propia historia fuera a evaporarse junto a ella.

Él también escuchaba bestias tras las puertas.

Gritos y llanto.

Picaportes girando a horas de ultratumba.

Lo había oído todo durante años, desde su niñez hasta que había abandonado el nido.

Sabía de miedos y cicatrices. Estaba cubierto de ellas.

Pero estaba vivo.

—Lo estoy. Todavía respiro —dijo para sí mismo, hablando en el exacto tono de voz que usaba al conversar con su hermano Isaac por las noches. Esas en las que su padre olvidaba quién era y arrasaba con lo que quedaba.

Quizás se negaba a soltar a Ava, a sus memorias, por una sencilla razón...

Porque ya había soltado a Isaac.    

Los fragmentos olvidados de Ava Dare (Instantes perdidos #1)Where stories live. Discover now