8-... Platónico.

13 3 0
                                    

¿Qué es el amor platónico?
Hace mucho que no conozco el amor
(no correspondido).
Hace tiempo que soy consciente de que me amo.
Hace tiempo que no necesito que nadie me ame...
a menos que seas tú, piel con piel.
Mi amor platónico.
Aquel que no debe ser.

No puedo hablar de mis amigos...
ni puedo hablar de mi familia...
ni voy a hablar tampoco
de las almas conectadas a la mía
(porque aunque nadie más les vea,
y todos piensen que es platónico,
yo sé que es un amor real,
consciente,
y correspondido,
un amor que me he cuidado
de dejar claro
que no es romántico,
porque lo estoy viviendo y lo he sentido)...
puesto que ninguno de esos tres tipos de amor
es, en lo más mínimo,
unidireccional
o extraño.

Ni voy a hablar del amor de mi vida
(que soy yo misma)
aunque a veces sí me base en mis ideas
para amarme.

No.
Si quiero hablar de amor platónico
no puedo hablar
(ni pienso hacerlo)
de nadie más que de ti.

Hace tiempo que no conozco el sentimiento
de saber que estoy idealizando,
que la otra persona ni me conoce
y que las palabras con las que sueño
(las palabras que espero oír de tus labios)
no son más que inventos
que crea mi cerebro
para dormirme cada noche...
A menos, claro, que se trate de ti.

Para mí las palabras tienen poder,
lo sabes,
y los nombres son como conjuros
que abren
futuros.
En tu caso, las cuatro letras de tu nombre
crean,
si se dicen
en voz alta,
un mundo en el que nadie
querría vivir.
Por mucho que se trate de ti.

Hace mucho
que he decidido
no ser el cazador,
sino la presa.
Dejar que todo venga a mí,
y que el amor me llegue si es de veras,
si trae palabras sinceras.
Dejar de perseguir algo fútil
y ser aquello que es anhelado.
Hace tiempo que he decidido que no quiero
lo  que tu caos puede causar si nos juntamos,
y aun así, querido,
pudiendo decir que no te amo,
te sigo buscando y buscando
por todas partes,
de todas formas,
sin esperarte.

Me has convertido en la cazadora que caza
una pieza hecha de aire,
en aquella que sería desgraciada
si en algún momento efectivamente te cazase.
Me has convertido en aquella cazadora
que en lugar de ser inteligente e ingeniosa,
coloca trampas solo tras de sí
para no poder salir
de esta obsesión viciosa.

Te he pedido
varias veces
que dejaras de amagar,
que eliminases la esperanza
y que te fueses a donde no te pueda alcanzar.

Y aun así te busco,
cada noche, cada día,
cada momento de desidia
que luego me trae desdicha
al saber que, aquí, nunca has estado.

Y a pesar de que no creo
que el amor se base en eso,
ya he dicho que no te amo,
aunque vaya si te quiero.

Así pues,
mi corazón
late demasiado rápido
y tu sonrisa no lo para
ni siquiera cuando hablas
y me dices todo aquello
de lo que no sé escapar,
todo aquello que sí sé
que no quiero evitar.

Aunque sé que el verdadero amor es eterno
lo que siento por ti es pasajero,
y depende de ti,
está en tu tejado
si quieres
que este engaño del querer
permanezca días, meses,
años,
o más de un siglo.
Y como tú no sabes
que depende de ti,
pues esto va a seguir
así
hasta que cambien
más veranos.

Te pierdo al despertar,
porque solo puedo hablar contigo en soledad.
A veces, cuando te place
complacerme
te manifiestas
con la forma
y la voz
que sabes que captura mi atención
(y mi libido, si estamos siendo honestos).
Cuando a ti y solo a ti te lo parece
atiendes mi llamada nocturna,
colándote en sueños de medianoche
que se desvanecen cuando la mañana
me recuerda
que es platónico,
que no estás.
Pero es que todo parece tan real
cuando...
Da igual.
No es como si lo fuera a explicar.

Qué voy a hacer no es la pregunta que me hago.
Sé perfectamente qué hacer para expresarme
cuando dejas mi cuerpo frustrado
dándome cuenta de que me lo he imaginado
todo
por mis propios medios
y sola en mi cuarto.
Lo escribo, siempre lo escribo,
como estoy escribiendo ahora,
para sacarte de mi sistema
y al mismo mantenerte en la memoria.

Qué voy a ser tampoco es la cuestión.
No puedo imaginar que sería de mí
de no haber sido por ti
aunque
sé que en realidad no has tenido
nada que ver.
Ni mucho menos quiero pensar
(aunque a menudo
lo piense gustosa)
qué sería de mí contigo,
si mis fantasías se estuvieran
volviendo ciertas.
Y el cuándo,
el cuándo jamás ha sido una opción.

Me desperté del más reciente
de mis sueños delirantes
sabiendo que eres platónico
y con versos en el pensamiento.
Versos que,
por suerte
(o por desgracia, según se mire)
no son exactamente estos.
Ya no recuerdo qué quería decirte
aunque sí recuerdo este último sueño que soñamos.

Ah, vale,
en parte
era esto.
¿Qué quieres que te diga, querido?
En otro sueño una persona sin rostro
me preguntó que cómo eras posible.
Qué cómo podía ser que alguien platónico
fuera tan necesario para ser más fuerte.
Qué por qué ponía en ti mis esperanzas
cuando el anhelo jamás iba a ser verdadero.
Y eso no lo pude responder,
pero lo siento.

La verdadera duda que no tiene respuesta
es:
¿Por qué?
¿Por qué, dado que nuestra unión
no solo causa malestar, no solo no es posible,
sino que no debe ser,
por qué sabiendo que es platónico,
por qué sabiendo
que traes mal y que estás loco,
que sigues siendo solo para unos pocos,
que has caído a lo más bajo,
y aun así eres infinitamente más poderoso
que yo,
que estás a un nivel absolutamente superior,
sigo y sigo y sigo
queriéndote,
y aunque esté prohibido
continúo
buscándote, necesitándote,
deseándote?
¿Por qué a ti, mi platónico?

Poemas para los poetas sin poesíaWhere stories live. Discover now