Capítulo 3

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Rachel

Los demás se fueron a seguir con sus asuntos y Quinn me miró. Recordé su inolvidable beso y su confesión de amor. Quería que supiera que la amaba con locura y que haría cualquier cosa por ella. Por un segundo miré abajo y vi mi pulsera favorita en mi muñeca. Al regalársela le estaría demostrando justo lo que quería. Me la quité y luego me acerqué a ella, la coloqué en su muñeca y me miró con el ceño fruncido.

«Es mi pulsera favorita, te la regalo. Imagina que es mi corazón.»

Le dije con los ojos llenos de lágrimas. Me abrazó al instante y se acercó a mi oído.

«Lo voy a cuidar como si fuera el mío.»

En cuanto dijo eso suspiré y mordí mi labio. ¡Me amaba! No podía dejar de decirlo una y otra vez en mi mente, estaba muy feliz. Toda mi vida me habían gustado los hombres y siempre había dudado sobre si me gustaban las mujeres ya que varias me habían parecido «más que bonitas». Quinn era especial, tenía la certeza de que la amaba y al escuchar sus palabras sabía que mi amor sería correspondido. ¡Ya lo hacía con tan solo abrazarme! Se alejó de mí y estiró sus manos a su cuello. Se quitó un colgante con un dije en forma de ojo que creo, eran para la suerte y se acercó a mí. La miré con el ceño fruncido y me quedé quieta mientras la veía colocarlo en mí.

«Es el único recuerdo que tengo de mi familia y representa mi corazón. Ahora es tuyo.»

¿Su familia? Ellos eran lo más importante para ella por lo que al decirme que representaban su corazón y que ahora me lo entregaba significaba que se estaba arriesgando por mí. ¿Realmente quería estar conmigo? No lo pude resistir y la abracé con fuerza.

Mi padre Hiriam apareció queriendo obtener algo y nos miró extrañado. Fingimos hablar cosas de amigas, comunes y corrientes y nos fuimos de allí. Luego de darle una sonrisa, tomar mi celular y dinero, me fui a la Universidad. En el camino me fui pensando en que debí hablar con ella antes. ¿Es mi novia? ¿Estaríamos saliendo? ¿Qué éramos?

No pude concentrarme en todo el día. Recordaba mi primer beso como si me lo hubieran dado hacía tan solo segundos. Kurt me preguntó que ocurría conmigo y sabiendo que él siempre me había tratado como una amiga, quise que fuera mi amigo de una vez por todas. No lo soporté más, lo hice salir de clases y le conté lo que había ocurrido. Que me había enamorado de mi mejor amiga, escritora que él sabía que vivía en mi casa y le dije todo lo que había pasado desde que me di cuenta que la amaba. Cuando llegó la parte del beso, lo conté con entusiasmo y él me sonrió festejando conmigo. Me dijo que él se había dado su primer beso con un chico en un baile y que no había significado nada. Que tenía mucha suerte de encontrar a alguien que me correspondiera. Me convenció de irme antes e ir a buscarla. Me fui entusiasmada con la idea y me desesperé al ver que el bus demoró. Luego de soportar el viaje más largo de toda mi vida, me baje en la parada y caminé a casa. Sabía que estaría sola y comencé a respirar. Abrí la puerta delantera y la cerré, inspeccioné la casa con una mirada rápida y no la vi por ningún lado.

Me acerqué a la escalera para subir por ella y me la encontré en la cima. Nos encontramos con la mirada y dejé mi mochila a un lado. Subí los escalones y ella los bajó. Nos encontramos a mitad de la escalera y me envolvió en sus brazos. Había deseado tanto este momento todo el día que cuando noté que ya había terminado de abrazarme, me acerqué lentamente a ella y la besé. Sus labios y los míos se pedían a gritos. Me dejé llevar por mis sentimientos y los liberé a través de mis labios, ella envió su amor por mí a través de los suyos y nos abrazamos con tanta fuerza que escuchamos los latidos de la otra. Envolví mis manos en su cuello y entrelacé mis dedos en su sedoso pelo, que olía a jazmín. Me arrimó más contra su cuerpo y comenzamos a profundizar el beso.

Amor en Londres (Faberry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora