[33]

7.5K 1K 674
                                    

Nunca había besado a nadie. Ni el pico de alguna botella me había elegido en esos juegos tontos como tampoco había tenido la oportunidad de que alguien quisiera hacerlo por su cuenta. Lo había visto como algo básico, únicamente físico que podría ser costumbre en las parejas. Hasta lo había visto así en la relación de Jamie y Asher y esos besos robados que se daban cada tanto en mis narices. Claro estaba que yo era un nómade al lado del romance y estaba muy equivocada, tanto que estando parada de puntitas contra él me hizo sentir como si en realidad estuviera volando.

Lo primero en que pensé fue en el bombeo de mi corazón que me estaba saturando el pecho, después fue la sensación de calor al tenerlo en mis brazos, pero fue la suavidad de sus labios lo que me hizo suspirar contra él. Se sentía como estar flotando y rodeada de llamas cálidas, la ironía más grande cuando se trataba de Noah Parker, el tema era que tampoco tenía otra forma de explicarlo. Nada tenía sentido y al mismo tiempo sabía que esa había sido la respuesta a tantas cuestiones en mi mente.

Era tan baja a comparación de él, su espalda erguida y manos tirando de mí para poder levantarme un poco más y llegar a él siendo más que obvio. Fue cuidadoso, todo lo contrario a lo que podría alguna vez pensado, su agarre en mí calculado y suave. Como si pudiera romperme o aplastarme. Mientras tanto, yo parecía haber encontrado el encanto de poder meter mis dedos entre los mechones de su pelo oscuro y así pegarme todavía más.

¿Siempre había sido así de adictivo besar a alguien? ¿O solo era él?

Cuando lo sentí alejarse un poco, la bocanada que busqué de aire me confundió, mis pulmones pareciendo arder por la falta de aire que no había notado. Al relamerme los labios me encontré con lo hinchados que estaban y el calor que sentía en mis mejillas, lo cual se sintió el doble cuando noté como no había movido sus manos de mi cadera ni yo las suyas de su hombro.

Entre la poca luz que había busqué su mirada, a tan poca distancia de la mía con la frente acercándose hasta apoyarla contra mí. Fue como si un terremoto me cruzara por los pies cuando me sonrió de costado, una de sus manos animándose a subir y agarrarme de la mejilla.

No sabía ni por donde empezar a hablar, todo tipo de palabra habiéndose borrado de mi vocabulario y solo pude quedarme mirándolo, deleitándome en sus brazos y prácticamente derritiéndome por su toque. Los dedos de mis pies enterrándose en la tierra era lo único que me recordaba donde estaba parada, de igual manera fue inútil tratar de volver a la realidad cuando de un tirón me tenía abrazada a su cuello. Los pies rozando el suelo y ambos brazos habiéndome rodeado hasta tirarme del todo contra él, se me llegó a escapar un quejido de la sorpresa antes de hallarme con sus labios una vez más.

A diferencia del anterior, donde se había sentido brusco y apurado, algo nuevo para mí que había iniciado yo, aquel rompió todo tipo de expectativa que alguna vez tuve. Lento, suave, dulce, todo lo que en ningún momento o situación podría haber anotado en la lista de posibilidades de Noah. Peleé con la sonrisa, no quería que terminara, no quería que me bajara. Solo metí más los dedos en el pelo y lo atraje como pude, un sonido que vino de su garganta que me hizo temblar.

Las cosquillas en el vientre parecieron querer mudarse por mi cuerpo. De donde nacieron se movieron por mi pecho hasta mi cabeza, de los hombros hasta mis uñas. Tan presentes y tan satisfactorias que las recibí con un suspiro, un alivio en mí que disfruté y quise aferrarme a la sensación.

La risa de Noah me hizo alejarme y abrir los ojos, al instante encontrando un brillo familiar en ellos que me hizo parpadear.

—No sabía que te causaba tantas cosas —siguió riéndose y yo tuve que bajar mi mirada a mis brazos antes de soltar un quejido y dar un salto hacia atrás lejos de él.

SUPERNOVA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora