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Dedicado a una lectora fiel, MeriVial ♥ feliz en tu día


El silencio del desayuno a la mañana siguiente no me sorprendió, la cena había sido igual la noche anterior y no esperaba más para el almuerzo ni tampoco lo que seguía. Parecía que todos queríamos hacer el menos ruido posible, como sí cualquier mínimo sonido podría volver a traer las tropas que nos hicieron esconder como si fuésemos ratas. Como plagas. Como lo que esas personas nos hicieron ver y sentir.

Se sintió tan amarga la manzana en mi mano, mi estómago apretándose al pensar en lo que había pasado y lo que había surgido en la tienda del Doc instantes después. A pesar que Luna había tratado de mejorar el ambiente, sin saber del todo que había pasado con Sue Lee y la discusión que habíamos tenido, todo estaba igual de tenso que antes. Iba a ser complicado salir del miedo que nos causaba que nos buscaran y estando tan cerca de nosotros.

La mano en mi hombro me hizo sobresaltar. Thomas me sonrió de costado al sentarse a mi lado. Claire y Luna se habían marchado a ayudar en ciertos ámbitos de la cocina mientras que yo trataba de terminar mi desayuno.

—Que silencio, ¿eh? —fue lo primero que soltó, su voz tan baja que pareció más un murmullo—. Parece que el gato se comió la lengua de todos.

—O que los acorraló en su propio terreno —suspiré de vuelta, otro mordisco a la manzana que tragué a duras penas—. El dolor en el orgullo es más silencioso de lo que parece.

De reojo lo vi asentir, él abriendo lo que parecía ser una mandarina en su mano y ofreciéndome un gajo. Tendiéndole mi manzana a cambio, busqué en la acidez del gajo un sabor que no me retorciera el estómago.

Después de darle un mordisco a mi manzana, me chocó levemente con su hombro.

—¿Cómo estuvo tu guardia? —quiso saber, probablemente por el cansancio evidente en mis facciones. Terminé bufando y fregando mis ojos.

—Eterna —gruñí—. Entre el cansancio por despertarme temprano y el agotamiento mental por lo que pasó, tuve que pelear por quedarme despierta antes de dormirme al lado de la fogata...

Levantó sus cejas tentado, pero no hizo más que soltar una risa por lo bajo y suspirar.

—No quise presionar ayer y todo lo que sucedió, claro —dijo, limpiándose las comisuras con el dorso de su mano—, pero estoy de acuerdo con lo que le dijiste a Sue. Merecía que lo escuchara.

Sus palabras lograron sacar una pequeña sonrisa.

—¿Qué la llamara mierda prácticamente?

—A las buenas o las malas, ella necesitaba una gota de la realidad.

Mi pecho se sacudió en una pequeña risa, mis brazos rodeando mis piernas para llevarlas a mi pecho y abrazarme. Le terminé robando otro gajo de mandarina al mismo tiempo que noté como desaparecía mi manzana en largas mordidas suyas.

—Creo que a todos nos llegó ayer la realidad en la cual nos encontramos —remarqué escupiendo la semilla en mi boca y enterrándola en la tierra—. Estamos aislados en un campamento donde nos dedicamos día a día a tareas inocentes. Lo que necesitamos es dedicarnos a buscar la forma de recuperar nuestras vidas...

—¿Cómo podríamos hacer eso, Tay? —suspiró, una vez más volviendo a su mandarina la cual dividió para darme parte a mí—. Gran parte de los anómalos están escondidos por el pánico que causan...

—Es que justamente no somos nosotros quienes tenemos el miedo mas grande, ¿o me equivoco?

Su silencio no hizo más que darme la razón. Solo fue, cuando terminé lo que me había donado de su mandarina, que decidió hablar de vuelta.

SUPERNOVA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora